Hermanados por una pasión

Por Juan Martín Garay (*)

El futbolista va con una mochila llena de cosas, no sólo de ropa y botines, la carga de anhelos y emociones es significativa, pues no es fácil alejarse de todo, incluso de la propia familia en busca de un sueño, pero ese transitar es más llevadero si se comparte una pasión y un deporte que nos une. Los Campeones del Mundo nos han hermanados -al menos por estas horas-, lo que no pudo la política lo hizo el fútbol. Como dijo el Técnico del Seleccionado, el pueblo fue el jugador número 12.
En momentos como los que nos tocan vivir, marcados por una sensación generalizada de falta de esperanza y desilusión, con un tiempo histórico que claramente excede a las ansiedades biológicas, la copa del mundo vino a servir como agua en el desierto, algo tan necesario como oportuno. El Campeonato del Mundo se convirtió así, en un escenario realmente propicio para disfrutar todos juntos sin que existiese la famosa “grieta”, permitiendo resurgir como el “Ave Fénix” a la tan soñada unión nacional.

Nada es fruto del azar
Como la situación socio-política en la que nos encontramos no es un designio fruto del azar, el hermanamiento desplegado como consecuencia de la pasión por un deporte popular como es el Fútbol y el resultado obtenido por los Campeones del Mundo, son todo un hecho político, cultural y social en sí mismo -algo digno de imitar- fundamentalmente por como actuaron el Técnico y sus dirigidos, ni hablar el Capitán, con gestos de grandeza que los eleva aún más al pedestal de la gloria que otorga tamaño palmarés obtenido.
Yendo a lo general, el descreimiento respecto de ciertas instituciones y en quienes son los encargados circunstanciales de conducirlas existe porque algunos protagonistas son resistentes al cambio que se reclama no solo en voz alta sino también en voz baja. Si todos nos dejáramos interpelar por las formas en que un equipo de fútbol se sobrepuso a las adversidades de las opiniones encontradas y de los malos augurios, de hechos y situaciones que procuraban la separación y el aislamiento, condicionando los resultados favorables para y por el conjunto, la situación sería distinta y estaríamos dando un gran paso hacia adelante en la construcción de comunidad.
Esto que se manifiesta como una utopía, representa todo un desafío y una nueva oportunidad que un equipo de Fútbol nos ofrece para empezar a sembrar esperanza de la mano de acciones concretas, haciendo “rodar la pelota” en un juego que posea una adecuada escala de valores que nos rijan. Porque no dejemos de recordar que la Patria es algo accidental que nos viene dado, nacemos donde y cuando la vida nos alumbra, pero en cambio la Nación es fruto de la construcción colectiva, una tarea de todos y para todos. Por eso la audacia de la esperanza mira más allá del horizonte personal, ésta se abre siempre paso a los ideales de una vida digna y bella que merezca ser vivida, “gambetea” a la soledad, y se hace disfrutar en un juego de equipos.

Esperanza y gestos
La ausencia de una esperanza ciudadana -y más aún, de quien pueda representarla para el resto- es una señal de fragilidad que debilita la convivencia y posterga las respuestas a los verdaderos problemas, desatendiendo aquello que realmente le interesa a la gente. Por eso los gestos de grandeza que se necesitan para que podamos cultivar la cultura del diálogo y el encuentro requieren de un gran compromiso ante un contexto adverso.
Construir comunidad, avanzando en la aceptación del otro, reconociéndonos como personas, creciendo en actitudes de respeto y diálogo, es todo un desafío ante la realidad existente. Gestos como los brindados por nuestros Campeones del Mundo son los que necesitamos para que se hagan eco muchos quienes deciden exponerse a conducir un pueblo.
No hay que temer a dialogar, la ausencia de diálogo nos hace más frágiles, nos detiene y paraliza, excluye y anula lo diverso, no lo integra y por el contrario lo expulsa. Esto requiere de responsabilidad y ejemplaridad de la dirigencia como así también del compromiso de todos para poder construir una utopía en la que creer y trabajar. “Entrenando” la paciencia pero “practicando” el entendimiento, podremos jugar el partido de la esperanza.

Hermanados
En estos días hemos superados los desencuentros, nos hermanamos en una pasión futbolera y con ello fortalecimos los lazos de pertenencia a la comunidad en una dimensión más fraterna. Por eso es necesario avanzar y sobreponernos a las diferencias y los enfrentamientos estériles. La amistad social es la clave para que seamos fraternales del diálogo y fortalezcamos la vida en democracia sin dejar de lado nuestros sueños.
Debemos planificar como un partido de Fútbol de campeonato en fase eliminatoria, un desarrollo integral entre todos, en el marco de una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro bajo una constante e incansable búsqueda de consensos y acuerdos. Entendamos que el sujeto histórico de todo este proceso es la gente y nuestra cultura. Necesitamos de un proyecto para todos, no para una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo.
La pasión que nos une, el Fútbol, nos ha hermanado nuevamente, los jugadores, el Técnico y su Capitán, tienen la licencia social que la política no pudo alcanzar, nos han demostrado que se puede, ellos nos hablan de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de logros compartidos, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas superiores.
La verdad, la bondad, la belleza, la justicia y el amor, todo eso lo pudo un equipo y el Fútbol. Ellos han sido una prenda de unión nacional, se convirtieron por un instante en una “herramienta” social positiva en función de la gente y puesta al servicio del verdadero interés común, la felicidad del pueblo argentino. Aprendamos de ellos. No nos equivoquemos. Estamos a tiempo.

(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.