Estela Buet es una religiosa entrerriana -nació en Rocamora, en el departamento Uruguay-, de 75 años, perteneciente a la Sociedad Hermanas de San Antonio de Padua, conocidas como las ‘antonianas’, que desde hace más de dos décadas está al frente deuna ONG que vela por el futuro de los personas que salen del encierro en una unidad penal y deben reinsertarse en la sociedad. Nosotros te Acompañamos se llama ese espacio que fundó en Mercedes (Buenos Aires) y que ahora desarrolla en Rosario del Tala, adonde está destinada desde hace tres años, junto al grupo de religiosas del Instituto San Antonio de Padua. Integra la Pastoral Carcelaria del Obispado de Gualeguaychú y suele visitar a los internos de la Unidad Penal de Concepción del Uruguay, y también a las personas bajo proceso penal que cumplen arresto domiciliario en Rosario del Tala. La mayoría de los que cumplen prisión preventiva domiciliaria, dice la religiosa, está imputado por violencia de género, un delito que la monja relativiza. «El 90% de las personas que está en prisión es por causas de violencia de género. Lamentablemente, no siempre es así. A veces, las mujeres podemos ser también violentas con los hombres o fabuladoras», sostiene.
La hermana Estela acompañó en los últimos días a Carlos José Cervín, 35 años, quien fue juzgado por un jurado popular por los delitos de homicidio en grado de tentativa, privación ilegítima de la libertad agravada por amenazas y lesiones y lesiones leves calificadas por mediar violencia de género. Al inicio del proceso, Cervín fue enviado a la Unidad Penal N°4, aunque en los últimos días, previo al juicio, se le impuso arresto domiciliario. Finalmente, el vienes 12 un jurado popular, luego de escuchar alegatos y testimonios de testigos, lo declaró “no culpable” y recuperó su libertad.
La religiosa estuvo en el Club Talense, donde se desarrolló el proceso, y acompañó al imputado y a su familia. “Vivimos una semana bastante intensa”, dice la religiosa a los colegas de Entre Ríos Ahora respecto de ese proceso. “Yo venía acompañando desde su prisión en Uruguay a Carlos Cervín; también, a su familia. Estuve en la sala, pero no como jurado, sino como público. Que hayan dicho los jurados que no era culpable fue un gran alivio. Se comprobó que los hechos no eran reales, sino inventados y que el muchacho no había cometido ningún delito”, dice. “Lloramos cuando lo declararon no culpable”, agrega. La monja asegura que le produjo “una alegría inmensa” el fallo del jurado popular. Y reprocha el accionar de la Justicia, que primero pone en prisión a las personas en los casos de violencia de género y después, investiga. “En estos momentos, en Rosario del Tala tenemos 14 personas con domiciliaria Solo 2 no son por violencia de género; una es por droga y la otra por homicidio Lo que ocurre es que, cuando una mujer denuncia, suele ocurrir que al hombre inmediatamente lo detienen. Como pasó con este chico. No se hizo investigación previa. Simplemente se lo mandó a la cárcel de Uruguay. Y, cuando iba a ser el juicio, después de más de un año en cárcel, se empezó a investigar”.