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La presidenta de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Corea del Sur consuela a la joven Yooree Kim durante una conferencia de prensa en Seúl. Kim tenía 11 años cuando fue adoptada de manera fraudulenta por una pareja de Francia en 1984. Quedó atrapada en una siniestra maquinaria de adopción que permitió que unos 200.000 niños surcoreanos fueran enviados a países occidentales, sobre todo a EE.UU. En complicidad con el gobierno, las agencias de adopción fraguaron la identidad de niños huérfanos y enviaron a miles al extranjero, extorsionando o engañando a sus familias biológicas. Estas adopciones comenzaron tras la Guerra de Corea (1950-1953) para apartar a los “bebés GI”, mestizos de mujeres coreanas y militares estadounidenses, de una sociedad que se consideraba racialmente pura. Y para reducir los costos de la asistencia social que debía brindar el Estado.