FETICHISMO, SANGRE Y KATANAS. Dos brutales dobles homicidios con elementos en común

Los bomberos concurrieron a sofocar el incendio y se toparon con el macabro hallazgo.

En la localidad de General Pacheco, Elsa Suárez, de 65 años y su hija Sofía Navarro, de 31, fueron asesinadas con una katana. El autor fue Daniel Derderian, de 45 años, hijo y hermano de las víctimas. En La Histórica todavía se recuerda el asesinato de una abuela y su nieto, también con una espada samurái en 2009. Personalidades psicópatas. Conducta criminal sin remordimientos.

Por Clelia Vallejo
Profesora – Periodista

Derderian atacó su Madre por la espalda, directo a las cervical, y luego a su hermana. La joven tenía heridas defensivas en sus manos por lo que ella sí, vio venir a la muerte de frente.

Derderian huyó del lugar y solo varios días después fue detenido. La persecución se inició, cuando fueron encontrados los cuerpos que empezaron a oler. Nadie había escuchado nada. Ningún vecino escuchó nada.

Este caso trae a la memoria un hecho en el que también el arma usada fue una katana y las víctimas fueron igualmente dos: una abuela y su nieto. El doble homicidio se produjo en nuestra ciudad la noche del 16 de diciembre de  2009.

En esas fatídicas horas, Nicolás Martínez de 23 años, visitó a su amigo Adrián Rivero también de 23 años, que vivía con su abuela Nelly Akrich de 88 años, en Ameghino 31. En un momento dado, Martínez, quien manifestaba su aficción por la cultura Dark, atacó a traición a Rivero y le produjo severas heridas, aunque no tan profundas como para causarle la muerte de inmediato y luego le provocó graves quemaduras. En segundo lugar hizo lo propio con la abuela.

Horas de horror

Según se estableció en la investigación de la causa, Martínez habría atacado a Rivero con gas pimienta y, en inferioridad de condiciones, lo trasladó a la cocina, circunstancia en la que comenzó a usar el ama blanca para provocarle 17 heridas, solo algunas de unas pocas resultaron de gravedad (según la fiscalía y la querella, el objeto era causarle sufrimiento), luego le quemó las manos (una de las cuales le quedó en garra), el rostro y pies, y lo picaneó cuando todavía estaba vivo. En esa circunstancia, la abuela se habría despertado y para no dejar testigos, Martínez la atacó produciéndole siete heridas tampoco lo suficientemente graves como para acabar rápido con su vida, pero se aseguró de quemarle los pies y piernas con trapos embebidos en combustible, que había llevado con el propósito en incendiar la casa.

Las pericias determinaron que tanto el nieto como la abuela estaban vivos cuando los quemó. Ante esto, tanto la Fiscalía como la querella pidieron 50 años de prisión para Martínez por haber causado a sus víctimas un sufrimiento innecesario. El asesinato fue descubierto esa madrugada cuando los bomberos acudieron al lugar ante la alarma de incendio. Al ingresar encontraron los cuerpos de Rivero y Akrich, apuñalados y quemados. Horas después detuvieron a Martínez, pues un funcionario policial de patrulla lo había visto poco antes en la vereda de la casa de Akrich a un joven vestido de negro y otro amigo en común de víctimas y victimario, señaló que el mejor amigo de Adrián era Nicolás. Ese día el homicida festejaba su cumpleaños 24.

¿Por qué?

Quedó desechado el móvil del robo pues en la casa no faltaba nada y las joyas de la señora Akrich estaban todas. La investigación permitió determinar que Rivero estaba en una relación sentimental con una jovencita de 17 años, que antes había sido novia de Martínez. En la casa de este último se encontraron escritos, supuestamente de la menor, en la que manifestaba que Adrián quería separarlos. Aparentemente este hecho desató  la furia del  autor de los hechos. En su casa también fue hallada la katana, entre otros elementos punzo-cortantes y videos de rituales, entre otros.

La condena

Dado que se encontró que Martínez no tenía problemas mentales que dificultaran su comprensión de la gravedad del delito cometido, fue llevado a juicio y condenado a cadena perpetua el 4 de diciembre de 2011. Se presentó a cada jornada de la audiencia, dando una impresión de pulcritud y contestando con voz clara y normal a las preguntas de las autoridades. Sin embargo, en el año 2015 mientras cumplí su condena en la UP N°4 de nuestra ciudad, comenzó a sufrir ataques psicóticos y se comprobó que padecía de esquizofrenia. Solicitada la prisión domiciliaria para el cuidado de su familia, le fue denegada por considerarse que iba a ser muy difícil contenerlo. Así fue trasladado al Penal Granja N° 9 “El Potrero”, donde podría recibir tratamiento con más comodidad.

Epílogo

El 4 de abril de 2019, en la UP N°9 (cárcel granja de Gualeguaychú), Nicolás Martínez acabó suicidándose, a casi 10 años de cometido el brutal hecho. Se cerró así la historia, cuyo móvil fue establecido como un robo, sin embargo, tal vez su trasfondo estaba profundamente arraigado en la cultura del grupo con el que Martínez se identificaba. Quizás en ese camino, Martínez tomó un atajo irreal y brumoso que lo llevó a cometer el horrible episodio.

Nicolás Martínez fue condenado a perpetua. Se suicidó 10 años después.

Similitudes con el hecho de Buenos Aires

En estos sucesos, el de Derderian (que despertó mis recuerdos del caso de nuestra ciudad), y el de Martínez, hay elementos en común:

– Una katana involucrada
– Parentesco directo entre las víctimas: madre e hijo y abuela y nieto)
– Un asesino miembro de la familia (Derderian era familiar de las victimas)

– Un homicida amigo (Martínez era amigo de Rivero y conocido de Akrich)

– Ambos perpetradores pertenecían a grupos, comunidades o culturas minoritarias (Derderian es un entusiasta adherente del Animé y Martínez lo era de los darks)

– El sigilo del asesino. En ninguno de estos casos, hubo testigos, nadie escuchó nada, como si en las dantescas escenas, solo hubiese habido movimientos violentos, oscuros, y ningún sonido.

Nelly Akrich y Adrián Rivero, las víctimas.

La cultura Dark

La cultura Dark es calificado por algunos entendidos como un subgrupo del movimiento Gótico de origen anglosajón, por el cual sus integrantes establecen una diferencia existencial con los demás. Tienen un enfoque individual acerca de la existencia y la trascendencia del hombre, de la violencia del hombre, de la locura humana, estableciendo un culto a los sentimientos y la sensibilidad.