Señor director:
Llega fin de año y la falta de trabajo es tan grande que alarma. Hoy lunes pasé caminando por calle Galarza y a la altura de Congreso de Tucumán había una larga fila de personas esperando en la vereda, en clara evidencia de que pretendían entregar sus datos y así postularse a un trabajo. Está muy buena la intención de salir a buscar trabajo, es excelente que un comercio lo pueda generar y es un poco preocupante la cantidad de personas para intentar conseguir un empleo de comercio.
La pandemia nos complicó a todos y a un sector de la población la dejó en una situación muy complicada. Esperemos que estas últimas semanas, donde se pudo ver el retroceso del dólar paralelo y el estancamiento del oficial, sirva para generar un clima de negocios que permita la formación de nuevos y confiables puestos laborales. Me preocupa realmente vivir en una sociedad donde gran parte de los integrantes de la misma no tienen la posibilidad de acceder a un trabajo digno, en blanco y con perspectivas de trabajo.
Me alarma la meritocracia actual que se enquistó en los más jóvenes principalmente, que sin ningún tipo de experiencia de vida salen a hablar de que no trabaja el que no quiere. Se paran en un pedestal de egocentrismo y arrogancia tan alto, que no tienen presente lo que es llevar adelante y solventar económicamente una familia.
Creen que, por tener un “trabajito” que les permite comprar un autito y ropa mientras viven debajo del mismo techo que mamá y papá, tiene la altura para hablar como empresarios cuando son un simple engranaje descartable de la actual maquinaria que los va a desechar cuando sus esfuerzos ya no sirvan.
Salud por esos pequeños comercios que se animan a generar un puesto de trabajo y al mismo tiempo espero que podamos empezar a madurar como sociedad, dejando de escuchar esos discursos agresivos por parte de jóvenes que no pidan los 25 y se creen que son ejemplos a seguir por las familias humildes que por un factor u otro han quedado fuera del sistema.
Ezequiel Gradizuela