“Estuve mal anímicamente y se me habían ido las ganas de jugar”

Padilla en su labor diaria en la granja. Luego, a entrenar.

Más de un año sin Liga y cómo lo sufren los futbolistas locales. Una charla para conocer cómo sobrelleva esta situación el artillero del “Taita”. Su trabajo, el apoyo de la familia, el amor por Almagro y las esperanzas para que este año vuelva a rodar la pelota.

Por: Manuel Iconicoff
El fútbol local tiene la necesidad de regresar, por el bien de los clubes, los futbolistas, árbitros, entrenadores y una cadena mucho más larga de protagonistas. Para ello se están realizando reuniones para que a corto plazo, con protocolo y condiciones apropiadas, la pelota vuelva a rodar. Si bien no hay nada confirmado, a mediados de marzo comenzaría la competencia organizada por la Liga de Fútbol de Concepción del Uruguay, con formato a definir y por ahora, sin público. Esta última cuestión de jugar a puertas cerradas es la principal complicación para los clubes, ya que la venta de entradas es el principal ingreso para afrontar los gastos de una jornada de partidos. Hoy por hoy, las cuentas están en rojo.
En las palabras de Gabriel Padilla, jugador de Almagro, capitán y goleador, intentamos reflejar el día a día de tantos futbolistas amateurs, aquellos que esperaban cada fin de semana para jugar. La semana pasada, en el marco de un partido reciente por Copa Argentina se mostró hasta el hartazgo en algunos medios “de alcance nacional” los distintos oficios o trabajos que llevan adelante los jugadores de ascenso, todo como si eso fuera algo extraordinario, llamativo. Todo lo contrario, porque por más que algunos comunicadores no logren comprender y se regocijen con esas “historias”, la realidad indica que es algo común entre aquellos deportistas que no forman parte de esa una minúscula porción que cuentan con contratos millonarios.
¿Cómo describirías un año sin fútbol como fue el 2020?
– Fue un año muy raro porque veníamos de hacer una pretemporada muy buena, como desde hacía rato no la hacíamos con un cuerpo técnico renovado, con gente nueva, jugadores nuevos. Estábamos enfocados en el 2020 con una esperanza bárbara para arrancar el año pero no se pudo por la pandemia. Para mí fue un año muy raro, así lo tomé yo. Pasé de entrenar todos los días y de un momento a otro parar todo…Estuve un mes entrenándome solo pero después me caí anímicamente, paré. Jugaba un rato con la pelota pero hasta ahí. Se me habían ido las ganas de jugar pero no quedaba otra que seguir adelante. Entrenar una semana para ir a jugar, eso es lo que se extrañó mucho y se extraña. No veo la hora de que llegue el día para disfrutar de eso.
-¿En qué te apoyaste para no caerte?
– Me apoyé mucho en la familia, en el hecho de darle un poco más de tiempo que antes por ahí no le daba. Entre laburar afuera que venía después de varios días e irme a entrenar y después el fin de semana jugar, me costaba estar mucho tiempo con ellos.
Gaby forma parte de la industria avícola, tan importante para esta región y demandante de mano de obra. Integra una cuadrilla de vacunadores de pollos. Bien se podría hacer una analogía entre su trabajo y su pasión, el fútbol; porque no hay equipo al que no haya “vacunado”, arquero que no lo haya sufrido. En fin, en el fútbol como en la vida. Los datos aportados por el colega Sergio Pilepich así lo demuestran. En Primera División gritó 146 goles, de los cuales 122 los convirtió en el club de sus amores. Además fue el máximo goleador de los Torneos Apertura 2013, 2016, 2017 y del Clausura 2018. Un rompe redes que espera que con ansias el regreso del fútbol para este año.
– ¿De qué se trata tu trabajo?
– Laburo en San Cipriano, en las granjas de pollos desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde y viajamos todos los días con mis compañeros. Cada dos semanas nos vamos a trabajar a Chajarí porque Fepasa tiene otras granjas, trabajamos y dormimos allá. Soy unos de los vacunadores profesionales. También estamos encargados de cazar los pollos, ese trabajo es un poco pesadito… je
-En ese sentido, ¿te afectó en algo la pandemia?
– En el tema del laburo gracias a Dios no pasó nada, seguimos trabajando y no me afectó en nada en lo económico. Estoy hace poco, cuatro años, pero en el primero me ascendieron a vacunador profesional. Estoy muy contento con el trabajo que tengo. No hay que quejarse, sino que agradecer con lo que uno tiene. Pienso que a veces después de trabajar o estar varios días en Chajarí me podría quedar en casa a tomar mates con mi familia pero vuelvo, estoy un rato con ellos y a las siete de la tarde me tengo que ir a entrenar. La familia y el fútbol son mi cable a tierra; al fútbol no lo puedo dejar, es parte de mi vida.
Padilla, de 29 años, convive con su esposa Sheila, a quien le quedan pocas materias para recibirse de abogada, y Jano, el pequeño de tres años que pronto empezará a jugar en la escuelita de fútbol de Almagro.
Como referente y como capitán en Almagro. ¿Qué consejos les daban a los más jóvenes?
Con los más chicos hablábamos siempre en el grupo para que no se bajoneen, que iba volver todo a la normalidad y que trataran de hacer algo para que la vuelta sea menos complicada. Hablamos mucho. La mayoría de los compañeros de equipo y sus padres trabajan en changas y muchos chicos que habían subido a primera no tenían trabajo. Con los más grandes o los que estábamos un poco mejor los ayudábamos, juntábamos cada tanto comestibles, pollos y les dimos una mano. Siempre hay una ayuda para la gente de Almagro, también para el comedor del club siempre que se podía.
-¿Cómo fue la vuelta a los entrenamientos?
– Hace poco volvimos a compartir entrenamiento y por suerte estaban todos, salvo algunos ausentes por cuestiones del trabajo pero comprometidos en seguir, que eso está bueno. Ahora a esperar que se sume el profe y a meterle en lo que es el estado físico. En su trayectoria Gaby tuvo pasos por otros clubes como Don Bosco, Rivadavia, San José, Gimnasia y Esgrima, Defensores de Pronunciamiento, Social y Deportivo Achirense y Engranaje. Aunque en ninguno se sintió tan cómodo como en el Aurinegro, su lugar en el mundo y al cual seguirá ligado una vez que se retire. Lo dice casi que al pasar pero no va a ponerle punto final a su carrera hasta compartir equipo con su hermano Tomás, de 17 años quien se desempeña en Tercera.
-¿Qué vislumbrás a futuro?
– Con los años que tengo dentro del fútbol y la experiencia me gustaría ser entrenador de alguna categoría. De los más pequeños ya fui DT pero quiero un escalón más arriba, ojalá pueda ser el día de mañana el entrenador de la primera de Almagro, sería un orgullo para mí. Igualmente no me quiero adelantar tanto porque el último deseo que tengo es poder compartir un equipo con mi hermano que ya está a un paso de jugar. Sería muy lindo antes de colgar los botines. Por último quiero agradecer a mi familia que me sigue siempre, a mi mamá Natalia, a mis hermanos, a Hugo Juvenal y a toda la Comisión de Fútbol.