▌El nuevo presidente del club celeste dialogó con LA CALLE a días de haber asumido el mandato. Su particular historia personal en el club cuando era joven, las obras, el rol social y los objetivos deportivos fueron algunos de los temas hablado.
El 17 de abril Regatas Uruguay llevó a cabo, su Asamblea General Ordinaria, en la que se designó a Guillermo Ruiz como nuevo presidente, sustituyendo a Diego Cherot. La “Mona” aceptó el desafío de encabezar un proyecto de club que ya viene desde hace décadas, caracterizado por sumar actividades y brindar al socio un buen servicio. En el marco del aniversario número 117 de Regatas Uruguay que se conmemoró ayer 1 de mayo, se refirió a la actualidad del “celeste”, al compromiso de ser dirigente y al recuerdo de cuando el club fue su techo.
¿Qué significado tiene para vos haber asumido como presidente?.
– Para mí es un orgullo, en principio es una forma de devolverle al club parte de lo que me dio. Sobre todo formar parte de un grupo de dirigentes que ha sabido posicionar al club. Esto no es mérito de una persona, la actualidad del club, es mérito de una sucesión de dirigencias que han sabido construir sobre lo que ya estaba hecho. Momentáneamente soy yo el que está a la cabeza, pero la tranquilidad que tenemos es que es un trabajo en equipo.
¿Qué objetivos te planteas de aquí en adelante?.
-El objetivo sería crecer en lo deportivo, siempre un poquito más y que sigamos creciendo en obras. Vengo de ser el tesorero en los últimos mandatos, a mí me desvive el hecho de ser sustentable y que el club no dependa de los vaivenes económicos o de un golpe de suerte para poder mantenerse. Creo que lo venimos logrando, hemos superado una prueba durísima en esta pandemia. Hace un año atrás estuvimos cerrados, sin administración, sin poder cobrar cuotas, hacer nuevos socios, etc. Ese primer mes de pandemia fue duro, todo el personal se tuvo que ir a la casa. Pero lo logramos sortear, pagar los sueldos. Eso se debe al equilibrio entre servicios y actividad deportiva. Tratamos de que cada actividad sea sustentable, no rentable pero que no sean deficitarias.
¿Eso es más posible en Regatas que en otros clubes?.
– Los socios demandan servicios, desde la parte náutica hasta los atletas, quieren servicios, vestuarios, que la pileta esté caliente, etc. Hay que tener en cuenta los dos aspectos, la de los resultados deportivos y la del socio que más que nada quiere servicios. Quiero recalcar que somos un club deportivo, e incentivamos la práctica de deportes y ayudamos a todas las disciplinas. A lo mejor no de la forma que quisiéramos pero sí de la que podemos, con infraestructura y con el desarrollo de los profesores. Hoy por hoy el club tiene un plantel de planta permanente de 18 personas, y eso demanda que seamos exigentes con el cobro de la cuota y ese es uno de los ítems donde veo que Regatas puede sacarle alguna ventaja al resto de los clubes. Hemos hecho el trabajo de ponernos firmes con el socio, que el club se mantiene en base al aporte social. Puede sonar antipático, pero cuando ven que el club se mantiene, que hay buen servicio, la gente responde y no es algo imposible.
¿Qué dirigentes te han marcado?.
Han sido muchos, pero sin dudas un gran dirigente fue Juan Carlos Neyra, el abuelo de Santiago Rimoldi. En esa época hubo un par de presidencias de Juan Carlos Bonelli, y fueron tiempos duros. Sería injusto nombrar solo a algunos porque detrás de esas personas hubo un grupo de dirigentes que fueron cimentando cosas.
¿Cuesta encontrar en las comisiones de los clubes a gente joven?.
– Cada vez es más difícil dedicarle tiempo al club, y sobre todo a una institución tan grande como Regatas, que es demandante. Hay que saber delegar y organizarse. Pero es verdad, cada vez cuesta más encontrar gente. Un club como regatas, con empleados y profes en gran número, ya deja de ser un club para transformarse en una Pyme, una mediana empresa. Lo que más sirve es tener una cultura de organización. Tengo la suerte de trabajar en la Cooperativa Río Uruguay y trabajamos mucho en la organización y equipo. Lo aplico todos los días.
¿Dónde puede crecer más Regatas?.
-Tenemos un déficit de terreno, estamos necesitando una cancha más de básquet, tenemos solamente el estadio para una actividad que tiene entre varones y mujeres cerca de 400 chicos. Estamos gestionando el terreno aledaño al club, es una gestión que estamos llevando hace tiempo, con final abierto y que no hay nada concreto pero creemos que lo vamos a lograr. Es el predio de las vías, de administración nacional. Ya no tenemos para donde expandirnos, la parte de náutica no tiene más lugar y en ese aspecto se podría llegar a hacer una guardería en algún sector pero de eso hay que ser muy cuidadoso, hay que estudiar mucho el tema.
El club como institución deportiva y social ¿es formador de conductas?.
– El club es formador, para nosotros es un trabajo duro porque a veces te toca sancionar para corregir, lo que no es muy agradable pero el club es un generador de conductas. El deportista de Regatas normalmente quiere ganar, como todos, pero con buenas armas, no con competencia desleal.
¿Qué recuerdos se te vienen a la cabeza de cuando vivías en el club?.
Tengo una historia particular porque mis padres se fueron a vivir a Concordia por cuestiones económicas cuando terminé el colegio, formaba parte de un proyecto deportivo del equipo de básquet de 1983 (el que le cortó una racha de 44 años de hegemonía a Rocamora en el campeonato local ) y ahí los dirigentes me ofrecieron que me quede un tiempito, un mes en el club y me quedé a vivir tres años. Tengo algo de historia en el club y agradecimiento a los dirigentes que me supieron acompañar en un momento difícil de mi vida. Lo que más me acuerdo es el esfuerzo que se hizo para techar el estadio. Fui entrenador de mini básquet muchos años y recuerdo como anécdota cuando había tres categorías de infantiles, cadetes, mini. Se hizo una cancha auxiliar a continuación de la ya que ya estaba y justo se consiguió el dinero para el tinglado y esa segunda cancha quedó con una biga adelante del tablero y se entrenaba así. Costó un montón techar la cancha, los socios pagaban de a una chapa, aportaron hasta que se pudo techar todo. Esas con cosas que me han quedado grabadas de cómo se hacían las cosas y uno ve el club hoy totalmente cambiado, activo.
¿Es verdad que crecía el río y había que huir de la sala de botes?.
Eso es verdad, en el 83 y 84 fueron algunas crecientes grandes y cuando vivíamos abajo con Rodolfo Sequeira quien en ese entonces era el cantinero, agarrábamos las cosas y nos íbamos debajo de la tribuna por un par de meses hasta que bajaba el agua y podíamos volver, con un poco de humedad. Eran otros tiempos.