Era sometida para poder preservar su trabajo

No abandonó el cargo.

Verónica Portillo tiene 27 años, tres hijos y trabaja como auxiliar de enfermería en un geriátrico de Urdinarrain. Es nacida y criada en Gilbert, departamento Gualeguaychú. Estuvo casada, hasta que se separó en mayo de 2021, con Edgar Constantino, sobrino de Ángel Fabián Constantino (57), el intendente que está imputado por tres casos de abuso sexual con acceso carnal en dicha localidad entrerriana.
«Nos separamos con mi marido por esta situación con su tío, yo sentía que, de alguna manera, me entregó. Ya no soportaba más la convivencia en medio de esta pesadilla y un día, desesperada, le pedí el divorcio», contó.
A partir de 2015, Portillo empezó a ser víctima de acoso psicológico. «Me decía barbaridades por chat, o en cualquier momento en el que yo me quedaba a solas con él, porque había una cercanía familiar y laboral, ya que mi marido trabaja en la Municipalidad. Con el tiempo, el acoso empezó a ser físico: me besaba y abrazaba con una intensidad insoportable y me tocaba. Lo curioso es que mi marido nunca dejó que yo le contara, no quería escucharme, pero yo estoy convencida de que él sabía porque era quien le escondía la mugre y los chanchullos al intendente».
«Yo trabajaba en un geriátrico a media hora en auto desde mi casa, pero tuve un problema mecánico y Edgar, mi marido, no tuvo mejor idea que decirle a Constantino que me llevara. Me decía que nos acompañaría para no dejarme sola en la camioneta del intendente, pero a último momento siempre había una excusa y se iba. Creo que ese tipo me llevó unas seis, siete veces entre 2019 y 2021».
Los viajes resultaron una pesadilla. «Manejaba con una mano y con la otra me acariciaba una pierna, la mano, la cara y se deslizaba. Yo le corría la mano pero era peor, se ponía más intenso, más insistente. Y me extorsionaba con que echaría a mi marido y a otro familiar de la muni. Por lo general era de noche, pasadas las seis de la mañana porque yo debía ingresar al trabajo a las siete. Era un tramo breve pero se hacía eterno e inaguantable. Yo llegaba alterada y nerviosa al geriátrico, que requería mucha exigencia y estar atendiendo durante doce horas».
Mientras tanto, Constantino resiste en el cargo. Ya avisó que no tiene intención de renunciar.