Son poco conocidos, pero cada vez tienen más influencia. Hablamos de los intermediarios entre escritores y editoriales, una figura clave en el mundo del libro.

Escritor
Son pocas las personas que, con el tiempo, se transforman en sinónimo de un oficio. Si en Latinoamérica, en una librería o en un bar donde se presenta un libro, alguien dice “agente literario”, enseguida, como si fuese un conjuro, en el imaginario de los interlocutores se empieza a formar un nombre: Carmen Balcells. No fue la primera en crear la figura ni la más influyente y poderosa. Sin embargo, su lugar como madrina del boom latinoamericano en los años 60 la convirtieron en referente del oficio.
A casi 10 años de la muerte de Carmen Balcells y a más de dos décadas de caminado el siglo XXI, la figura del agente literario viene multiplicando su protagonismo. Una figura aún ajena a los lectores, pero que influye en sus lecturas solitarias y en los universos que decide habitar.
¿Quiénes son estos profesionales que se ocultan detrás de cada libro?
Acompañar el proceso de la obra
Paola Lucantis es editora del sello Tusquets Argentina desde 2016. Ha publicado hitazos como “Las malas” de Camila Sosa y “Como si existiese el perdón” de Mariana Travacio; libros que ha acompañado en ferias internacionales y están siendo editados y leídos en varios países. Los autores y autoras con los que ha trabajado reconocen su cercanía, sus intromisiones no invasivas, su escucha atenta y, también, la planificación a largo plazo, tanto para pensar la obra del autor como el cuerpo de títulos de una colección. Rasgos que, de a poco, han sido asimilados por los agentes literarios.
—El rol del agente puede ganar mucho espacio porque el rol del editor está disminuyendo —dice Paola por audio de WhatsApp, mientras ordena una fila de libros en la librería Te llamaré Viernes, que ha montado en Buenos Aires con Paulina Cossi—. Las grandes editoriales están desdibujando el rol del editor como compañía y guía del escritor, entonces va a quedar un hueco ahí que no se cubre con cualquier persona. Tampoco con personas rotativas. Es un vínculo muy personal, tiene que ver con una guía de construcción de obra; que piensa los tiempos de publicación, en las redes y asociaciones de otros países, en otras lenguas, editoriales, ferias, encuentros; es un trabajo más global. No hay que tomar al agente como una transacción económica, nada más. El rol que antes lo cumplía con mucha más importancia el editor, hoy se puede estar trasladando al agente. Y tiene que ver con la cercanía con el autor, en la construcción de la obra.
Lucantis, además, subraya que la influencia de los agentes en el mercado ha crecido. Y, en particular, se nota más en Latinoamérica, porque ahí las editoriales están lejos de los centros de distribución de contenidos: las grandes ferias internacionales quedan a varios kilómetros y divisas de distancia. En ese sentido, aclara que, si bien hay autores que se las arreglan muy bien solos, “a los escritores latinoamericanos les sirven los agentes para hacerse conocidos en otros lados del mundo”.
El mapa completo
Las palabras de Lucantis resuenan al dialogar con Camila Fabbri y Horacio Convertini, dos escritores argentinos de generaciones y estilos diferentes que son representados por agentes con sede en Barcelona.
Fabbri es un caso raro en la literatura argentina. Con un muy buen primer libro de cuentos, “Los accidentes”, publicado por la editorial Notanpuan, se le abrieron las puertas de las grandes ligas. Con solo 25 años la llamaron de Indent Agency. Ocho años y dos libros después, pasó a ser representada por la agencia Casanovas & Lynch.
—María Lynch es quien me representa —dice por teléfono—. Me ayuda a tomar decisiones, me aconseja, lee mis manuscritos. Ella es una gran lectora. Confío mucho en su interpretación. La lectura no tiene que ver solamente si se escribió un libro bueno o malo. Tampoco existe tal determinación respecto de un libro. Tiene que ver con muchas cosas. Si el mercado está buscando que seas joven, de mediana edad, o escribas más corto o más largo. Una buena agente literaria lo que hace es leer el mapa completo.
A diferencia de Fabbri, a Convertini no lo fueron a buscar. Consiguió el contacto de Claudia Bernaldo de Quirós, de la agencia CBQ, una argentina que vive desde hace muchos años en España, y le escribió. Hasta ese momento, 2013, había publicado bastante en poco tiempo gracias a premios literarios.
—Mi conocimiento de la industria editorial era escaso y la industria editorial no tenía la menor idea de quién era yo —cuenta por correo electrónico—. No tenía tiempo ni ganas de romper yo solo esa pared. Claudia es muy buena lectora de originales (¡muy buena!) y sé que, si ella detecta algo que no le cierra, le tengo que prestar atención. También me evita el trago amargo de negociar condiciones de contrato, algo que no sé hacer (ni me interesa). Y siempre está atenta a darles un buen destino a mis trabajos.
Coppola y Marandona
¿Hasta dónde llega la influencia de los agentes en el mercado del libro? ¿Pueden crear tendencias? ¿Enaltecen a autores por encima de sus cualidades literarias? ¿Dejan afuera del circuito obra valiosa?
—Las tendencias las crea el mercado: hoy, libros con temáticas de género; mañana, historias de marginales; pasado, qué sé yo… —dice Horacio Convertini—. Y a veces las crea un autor que justo toca un nervio vivo de la sociedad que nadie había visto antes y ¡pum! Permitime una metáfora futbolera: Guillote Coppola era un notable agente de jugadores, pero él no inventó a Maradona. En todo caso potenció el negocio que Diego generaba, lo protegió de malos contratos, negoció, golpeó puertas, las cerró. La idea de que el agente es un mago todopoderoso me parece exagerada. Cuando te cuentan historias de Carmen Balcells, acordate de esto: ella era la agente excepcional de autores excepcionales en un tiempo probablemente excepcional. Lo común y corriente es otra cosa.