Empresariado

Por Julián D’Angelo (*)

El martes se celebró el Día del Empresario Nacional, fecha instaurada desde el 16 de agosto de 2014 por ley del Congreso Nacional. Recuerda la fundación, en 1953, de la Confederación General Económica. Los orígenes de esta entidad están relacionados con una mirada política que pretendía reivindicar un modelo empresario con conciencia nacional, contrapuesto a la Unión Industrial Argentina fundada a fines del siglo XIX. En un momento muy complejo y desafiante para la economía y los negocios, vale preguntarse sobre el sentido y el significado de la noción de «empresario nacional». Actualmente existen en nuestro país unas 520.000 empresas registradas. De las cuales el 98% tienen menos de 100 empleados. Este conjunto de pequeñas y medianas empresas brinda el 60% del empleo privado formal, genera el 45% de las ventas totales del país y produce el 60% del valor agregado de la economía nacional. La mayoría de estas pymes son jóvenes, están conducidas por sus fundadores y, por lo general, son propiedad de las familias, que también las gestionan. Están enfocadas en satisfacer las demandas del mercado interno: mientras que en Italia o España, entre el 40% y el 60% de las exportaciones son originadas por pymes, en Argentina sólo un 10%. En parte es por ello también que están mucho más expuestas a los vaivenes de la economía nacional. Previo a la pandemia, entre 2008 a 2016 se crearon en la Argentina, en promedio, 65.000 empresas por año, y cerraron 59.000. Es decir, la volatilidad, con altas tasas de nacimiento, inestabilidad y altas tasas de fracaso, son una característica de los emprendimientos en nuestro país. Por eso, la primera característica que podemos encontrar, común al ser nacional de nuestro empresariado es la resiliencia. Esa capacidad que tienen nuestros emprendedores de sobreponerse a los momentos críticos, al fracaso, adaptarse, recuperarse y volver a emprender. Y esa determinación de no resignarse ante el desánimo o las voces agoreras del «no se puede» está fundada en un compromiso con el país, con un deseo muy profundo de dejarles un mejor porvenir a las futuras generaciones. El sentido de «empresario nacional» en estos tiempos debe estar asociado a un compromiso con el desarrollo económico, humano y ambiental, en base a un liderazgo sustentado en valores y con un sólido comportamiento ético.

(*) Director del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA).