Emotivo

Por Juan Martín Garay (*)

 El contexto social en el que estamos actualmente no se parece en nada al que existía años atrás. Hay una nueva realidad en la cual las personas como seres sentipensantes claramente hemos cambiado y mucho, máxime luego de la pandemia. Ahora somos intensamente emotivos y con mayor complejidad en las vinculaciones interpersonales.

Hay quienes buscan comprender esta nueva realidad, pero lo cierto es que muchas veces resulta indescifrable porque no se la logra entender en su totalidad. Quienes la analizan sólo están de acuerdo en lo general pero con algunas líneas de pensamiento nada más. Lo llamativo es que los que menos logran esto son ciertos cuadros dirigentes que más que pensar lo actual en función del futuro, miran el presente sólo en relación al pasado.

El comportamiento

El comportamiento humano resulta descifrable pero sólo hasta cierto punto. En esto mucho tiene que ver el amplio universo desconocido que es la capacidad cerebral y su desarrollo cognitivo e impulsivo, pues allí residen las más grandes sorpresas e incertidumbres. La capacidad de pensar y razonar es lo que nos diferencia del resto de los seres vivos. Además, somos seres humanos con posibles comportamientos iguales pero con marcadas diferencias existenciales entre todos nosotros. Ese comportamiento se deja apreciar por acciones u omisiones, agravios o desagravios, claudicaciones y reivindicaciones, por gritos o silencios.

En esta realidad actual ese comportamiento se muestra mediante una gran presencia del componente emotivo, un factor clave y preponderante. Algo que va desde el accidente del nacimiento hasta la construcción de las propias trayectorias. En “clave política”, el análisis del comportamiento social lo podemos apreciar desde la expresión que hace de la actualidad el consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí, él entiende que “como dicen muchos estudios y expertos, el cerebro es emocional y acabamos pensando lo que sentimos. Por lo tanto, si queremos entender lo que piensa la gente, quizás hay que empezar a comprender lo que siente la gente”. Esto nos recuerda lo que ya advertía Jauretche cuando enseñaba que lo que dice la gente no está por lo que expresa en voz alta sino lo que dice en voz baja, y mucho más por lo que no dice y está en el subconsciente. De aquel Don Arturo a este Antoni no hay mucha diferencia por cierto (al menos en esto).

Lo emotivo

Siempre desde el punto de vista político, Gutiérrez-Rubí plantea la existencia de emociones ignoradas, que son aquellas “emociones que no se reconocen en los demás y que no se comprenden por parte de otras personas”. También analiza las emociones “del propio sujeto”, sobre eso expresa: “El primer dato que hay que comprender en relación con las emociones en política es que son capital cognitivo, es decir, son información y conocimiento. Las emociones no son una simple reacción, se convierten en capital cognitivo para las personas. Esto es un dato extraordinariamente positivo y diferente del que quizás desde el conocimiento se pueda pensar. No simplemente una reacción, un estado de ánimo, sino capital cognitivo. Insisto, pensamos lo que sentimos. Por eso, cuando se ignoran o se desprecian, o incluso se contraponen a la razón, al intelecto, es no conocer cómo funciona el cerebro, no conocer cómo son los seres humanos y no conocer cómo impactan e influyen las emociones en la vida de las personas. Por lo tanto, estas emociones ignoradas en parte son despreciadas a veces, en otros casos subestimadas, y muchas veces casi reducidas a simplemente una pura reacción, cuando a mi juicio son capital cognitivo. Esto creo que es el gran dato que hay que destacar. Es entender que la emocionalidad forma parte de la naturaleza humana y que hay que conocerla, cuidarla, educarla y también gestionarla, porque en muchos casos la emoción es un atajo para dar una respuesta a algo que te enoja o que no comprendes, algo que te genera dudas o incertidumbres. Por lo tanto, gestionar las emociones también es una manera razonable y humana de situarte en el mundo. Entonces, me parece que el exceso de emocionalidad, tan solo ser conducido por ella, o pensar que solo hay emociones para comportarse en la vida, nos aleja de la capacidad de conducirla y de guiarla, y de alguna manera ser propietarios y protagonistas en nuestra vida porque cuando el estómago toma el control, es difícil pensar”.

El voto

Yendo al contexto electoral, vemos claramente que el voto se está definiendo cada vez más de manera selectiva. Sobre la utilización del voto para castigar una gestión determinada, Gutiérrez-Rubí opina al respecto desde las “emociones polarizadas”, en este sentido advierte que “los electores cada vez están queriendo más que decidir, ser escuchados. Deciden con su voto, pero también con su voto están como trasladando una alerta, como llamando la atención, como buscando una reacción. Eso es un dato nuevo, que el voto no sirve a veces tanto para premiar sino para castigar, no sirve tanto para elegir sino para ser reconocido, ser visto, por parte del mundo de la representación política. Y esas alertas, ese mecanismo por el cual se canalizan algunas de estas emociones, como rabia, frustración, decepción, etcétera, es un voto concreto, son instrumentales. No es que se esté votando a veces exactamente a esa persona, a ese partido o a esa propuesta política, sino que son instrumentales para canalizar un sentimiento, una emoción, de alguna manera una alerta social, una alerta política. Entonces algunos pueden pensar que es como un voto del que se pueden arrogar la propiedad o la representación, cuando quizás es simplemente a veces como una señal, una alerta que afortunadamente los sistemas democráticos tenemos gracias al voto”.

La empatía

Estamos en sociedades hiperconectadas, algo que en un tiempo y contexto electoral se utiliza en demasía para ser atacados constantemente. Somos blancos de bombardeos que tienen como fin ganar la atención, utilizando para ello altas dosis de emocionalidad directa. Es aquí donde la tercera Ley de Newton bien vale en su aplicación a lo social, pues ante una acción hay siempre una igual y opuesta reacción. Se aprecia así un nuevo fenómeno desde el accionar de las redes sociales, donde por reacción solemos interactuar rápidamente a todo cuanto estímulo nos dirijan. Somos la resultante de un acto reflejo emotivo que el domingo 22 de octubre se verá expresado en las urnas.

Por eso no es fácil el momento actual, debido a ello la empatía que debe haber en las personas que quieran conducir a un pueblo, no se puede construir, armar o edificar, sino que es algo que lisa y llanamente se debe cultivar. Porque en este tiempo, las personas que quieran dirigir, conducir o liderar, más que predicar, deberán saber escuchar. No es tiempo de “bajadas de línea” ni de grandilocuentes discursos por la positiva o meramente agresivos, sino por el contrario, de silencio y plena atención. Hoy por hoy se necesita de empatía (y bastante), pues hay mucho contenido emotivo en todos los aspectos de vinculación social en nuestras vidas.

(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.