Emancipadas

Por Esther Vivas

El auge de la nueva ola feminista es una oportunidad para sacar a la luz pública todas las opresiones, violencias y desigualdades que sufrimos las mujeres, y la maternidad es un campo plagado de discriminaciones. Necesitamos un feminismo que abrace la maternidad.
Una de las mayores problemáticas en torno a la maternidad es la violencia obstétrica, una experiencia transversal al margen de dónde se viva, porque forma parte estructural de la atención sanitaria al parto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que lo normal es entre 10 y 15% de los partos sean por cesárea, sin embargo en Latinoamércia esa cifra supera el 40%, promedio.
Se trata de una de las manifestaciones más normalizadas de la violencia de género, porque muchas de las prácticas que se ejercen dentro de un hospital o una clínica parecen actos inherentes al parto, pero la realidad contradice a lo establecido.
Nos han dicho que parir es eso, que te obliguen a dar a luz sola, que no te puedas quejar, que incluso te insulten o que te falten al respeto. Por eso es tan importante visibilizarlo, para que las mujeres dejen de ser víctimas, para erradicar estas malas prácticas.
La maternidad no sólo se ve afectada por las desigualdades de género, sino también por las de clase o nivel económico. En función de tu clase social, vas a tener más dificultades para llevar a cabo tu maternidad, y tu experiencia será aún más violentada. A esto lo vemos claramente en cómo las mujeres pobres o de grupo étnicos minoritarios, sufren más violencia obstétrica que las mujeres de clase media o alta.
Las preocupaciones de una madre de clase media son muy distintas a una madre con pocos recursos económicos. Mientras para una madre de clase media, tal vez su mayor preocupación será cómo conciliar empleo y maternidad, para una mujer pobre se tratará de garantizar techo y comida, o cómo evitar que le quiten la custodia. Las mujeres debemos valorar y visibilizar la importancia del embarazo, el parto, la lactancia y la crianza. Pero debemos también reivindicar la maternidad como responsabilidad colectiva, en el marco de un proyecto emancipador.