El telegrama

Siguen pasando los días de pandemia y los artistas de la ciudad, especialmente los músicos que teníamos un circuito laboral armado, continuamos desamparados por todas las esferas gubernamentales. Con la prohibición lógica de organizar recitales ante el virus altamente contagioso que asecha a todo el planeta, es coherente impedir la organización de encuentros musicales. Lo que no es razonable es que se abandone a este sector de la economía, muchas veces informal, que quedó con pocas posibilidades de darle de comer a nuestras familias.

Guillermo Hernández