El rumbo

Por Carlos Heller

Los intercambios y debates recientes en el seno de la coalición gobernante surgen a partir de un resultado electoral no esperado, y lo que se discute es por qué sucedió y qué hay que hacer para revertirlo. Los números de las primarias mostraron de forma clara que existe una situación de insatisfacción de la ciudadanía en torno a la realidad que se atraviesa, por varios motivos, producto de los graves problemas que han generado las dos pandemias y eso es lo que hay que resolver.
El Frente de Todos nació a la luz de la necesidad de terminar con un proceso funesto para la Argentina y para quienes vivimos en ella, que fue el ciclo de los cuatro años de la gestión de Cambiemos. Y es esperable que el Gabinete de una coalición pueda tener matices sobre algunas cuestiones. Es natural que dentro de un espacio diverso haya diferencias de opiniones y esa es tal vez la principal fortaleza de este tipo de espacios. No hay que dejar que un hecho adverso, como el resultado de las PASO (que hay que insistir, es sólo un antecedente para las elecciones de noviembre), se transforme en debilidad.
Una cuestión a tener en cuenta es que el domingo fue a votar poco más del 66% del padrón, un número bajo comparado con elecciones anteriores. Seguramente, además del enojo, una cantidad importante de personas decidió no sufragar por temor de contagiarse o por minimizar la importancia de las PASO. Más allá de las explicaciones, representa un número significativo que habrá que considerar de cara al momento que verdaderamente importa: las generales de noviembre. Hay dos meses para remontar un escenario adverso pero muy dinámico. Mientras tanto, se va saliendo de la pandemia y la economía se sigue fortaleciendo. Por otra parte, un dato que preocupa es el crecimiento de la derecha extrema en la ciudad de Buenos Aires y la obtención de más de 13% de votos por parte de un candidato que, entre otras cosas, ha declarado su intención de incendiar el Banco Central. Cabe destacar que durante toda esta campaña Juntos por el Cambio se negó obstinadamente (y lo sigue haciendo) a discutir el pasado y decía “miremos para adelante”. En 2018, al momento de tomar el préstamo con el FMI, señalé que la intención del anterior gobierno era, si no conseguían la reelección, condicionar al que viniera. Lamentablemente no me equivoqué. Siguen con esa convicción.