Por Andrés Asiain
El centro de estudios de la Facultad de Economía de la Universidad de Buenos Aires liderado por Emiliano Yacobitti, diputado por la UCR, planteó una serie de beneficios asociados a la dolarización, entre los que destaca el fin de la inflación. Entre las contras de la dolarización, menciona la pérdida del prestamista de última instancia ante una corrida bancaria y un ajuste contractivo a la “Hume” del balance de pagos. Por último, la cotización del dólar que estima necesaria para dolarizar es 4.315 pesos por dólar, lo cual es inviable, o bien conseguir de 41.000 millones de dólares y dolarizar a 200 pesos. El planteo de que la dolarización elimina la inflación se basa en una idea errada de las causas del aumento de los precios en Argentina. El informe señala que “ante la imposibilidad de emitir, no se generan excesos de dinero que presionen sobre los bienes existentes y ello lleve a un aumento de los precios”. Sin embargo, dicha afirmación contiene un doble error. Por un lado, aun en caso de dolarización, existen mecanismos de expansión monetaria, ya sea por el ingreso de dólares externos o por mecanismos de creación de crédito bancarios, que bien podrían generar excesos de oferta de dinero. Pero mucho más importante, cuando la inflación es inercial como en la Argentina actual, la dolarización y su consecuente falta de emisión de pesos, no garantiza la estabilidad de los precios. La dolarización y políticas similares como la caja de conversión, suelen terminar de forma abrupta con las hiperinflaciones. Ello es así porque durante las hiper, la alta frecuencia con que cambian los precios hace que la moneda nacional deje de ser la medida del valor de las cosas. Por ello, los precios de los bienes y servicios terminan por establecerse en divisas, y se traducen a la moneda nacional al tipo de cambio del momento. Durante la hiper de finales de los ‘80 del siglo pasado, el panadero fijaba el kilo de pan en dólares y lo traducía a pesos tres veces al día, según evolucionaba el tipo de cambio a la mañana, al mediodía y a la tarde. Pero cuando la inflación no alcanza semejante niveles, la moneda nacional sigue siendo la medida de valor de los bienes y servicios. Así las cosas, la dolarización puede convivir con un proceso de inflación por un tiempo prolongado.