El negocio del biberón

Por Esther Vivas

Del mismo modo que el cuerpo de la mujer está preparado para gestar un bebé, también está preparado para parirlo y alimentarlo. Lo que es una verdad irrefutable para la naturaleza, es un hecho que el sistema patriarcal y capitalista se ha encargado, y mucho, de poner en cuestión. Nos han hecho creer que no sabemos, que no somos capaces. Hay casos en que no es posible amamantar, porque no se produce leche, pero esto afecta a menos del 3% de las madres.
Hay mujeres que a pesar de poder dar el pecho prefieren no hacerlo. Las razones son diversas. Asimismo, la madre puede tener problemas de salud que imposibiliten o contraindiquen la lactancia materna. Hay maternidades como la adoptiva que hacen del biberón un recurso imprescindible. Y otras madres no quieren dar la teta, y punto.
La afirmación “dar el pecho es el mejor”, esta frase tan conocida, no significa que sea lo mejor para cada mujer. Vivimos en una sociedad que constantemente pone obstáculos a la lactancia materna. Las mujeres nos enfrentamos a circunstancias diferentes que influyen en nuestras vidas, para algunas madres dar la teta es muy complicado. Juzgar a una mujer por no hacerlo, sin tener en cuenta su contexto, es un error. Lo que tenemos que preguntarnos es: ¿por qué una práctica tan beneficiosa para el bebé y la madre es tan difícil de llevar a cabo. La consigna “dar el pecho es lo mejor” debe servir como instrumento para garantizar el derecho a la lactancia, no como imperativo para que todas las madres amamanten. La defensa de la lactancia materna no implica un cuestionamiento de las mujeres que optan por la leche de fórmula o que no tienen más opción que recurrir a ella.
La crítica a la lactancia artificial va dirigida a las empresas del sector que desinforman y utilizan publicidad engañosa para hacernos creer que la leche artificial y la materna son lo mismo. Y a una organización social que pone todas las trabas del mundo, en particular en el mercado laboral, para que las madres puedan amamantar. Se trata de destapar las razones históricas, económicas e ideológicas por las que se ha boicoteado la lactancia materna y se le ha hecho retroceder en beneficio de la artificial, y de exponer las bondades, tanto individuales como colectivas, de dar el pecho.