Detalles mínimos, colores vivos, pero también tramas violentas y realistas, son algunas de las razones por las cuáles el manga, la «historieta» japonesa con más de 120 años de vida, se volvió un boom comercial entre el publico infantil de Argentina.
«La principal diferencia entre los mangas con un cuento o novela es que el relato se cuenta de otra forma; si bien hay comics que son parecidos, esto es más específico, los dibujos tienen sombras, detalles mínimos y a diferencia de los animé de la tele, tenés que prestar mucha atención. Si te concentras, está buenísimo», contó Juana de 10 años, del barrio porteño de Agronomía, quien comenzó a ver a dibujitos animé a los 8 y es fan de los mangas.
Según sus padres, durante la pandemia, Juana relegó la lectura también debido a la influencia de las ofertas de videjuegos y YouTube. Pero los mangas se convirtieron en una buena compañía porque, según contó ella, «la historia está bien contada», aunque reconoce que «algunos mangas contienen violencia, como DeathNot», y otros pertenecen al género de terror.
El doctor en Ciencias Sociales y becario del Conicet Federico Álvarez Gando, quien investiga el tema «Fanatismos, cultura de masas japonesa y plataformas digitales», analizó este consumo cultural.
«Dos de los principales aspectos en los que radica el atractivo del manga y del animé para las infancias y las adolescencias son la estética y la narrativa con las que asocian a estos productos culturales», describió Gando.
En referencia al estilo de dibujo, «lo primero que les llama la atención es que lo encuentran particularmente expresivo y detallista, de `mayor calidad` en comparación con los comics y las animaciones estadounidenses».
En este sentido, la centralidad del aspecto visual en la cultura japonesa es una dimensión que facilita su comprensión infantil y transcultural.
Álvarez Gando señaló que al leerlos, los niños y adolescentes «rescatan las diversas temáticas que abordan, el tratamiento profundo de sus tramas y la complejidad de los personajes».
Lucio y Nahuel, mellizos de 9 años del barrio porteño de Belgrano, contaron que hace pocos meses leen los mangas y uno de sus preferidos es Naruto.
«A mi me gusta mucho leer, y los mangas están muy buenos porque los dibujos tienen detalles, sombras», remarcó Nahuel, quien concurre junto a su hermano a una escuela francesa.
Según relataron, comenzaron a leer mangas en la biblioteca del colegio, donde trabaja su madre.
«A mi me gusta uno en el que los personajes tienen poderes, de la tierra, el agua y el fuego, es como la película Ávatar», detalló Lucio, quien aseguró que no todas las historias contienen violencia o peleas, porque «también está la naturaleza».
A su vez, los niños destacaron otra diferencia atractiva respecto a un cuento o novela infantil: «Me encanta que los mangas empiecen de atrás para adelante», ya que a pesar de la traducción al español conservan su formato original del japonés.
En este punto, el investigador Alvarez Gando apuntó que sus consumidores se ven interpelados fundamentalmente por entenderlas como algo «diferente» o «alternativo» dentro de la oferta mediático-cultural dominante.
«Y esto cobra aún más sentido si consideramos que habitualmente sigue existiendo cierta asociación de las caricaturas o de los dibujos animados con lo ‘infantil’ e ‘inocente’, en términos idealizados», explicò a Telam.