Señor director:
Es entendible que los responsables de comprar útiles escolares analicen los precios ante la actual situación económica, donde cada peso puede servir para sumar un plato de comida en algunos casos o para llenar una pinta de cerveza en otros.
Ironía o comentario fuera de lugar al margen, para pasar a exponer mi desconcierto con los compradores compulsivos de útiles. Me refiero a esos que no tienen idea de lo que es entrar a una librería, pero una vez al año salen a comprar linealmente lo que dice la esquelita que entregan en los colegios, como si eso sirviese de algo a la hora de educar a los niños.
Con esta postura, muchos compradores salen a recorrer diferentes comercios preguntando precios de artículos que suelen servir como referencia para el resto de los útiles, pero que finalmente son una trampa para el comprador desprevenido.
De esta forma, cuando estos compradores pasan por un comercio y escuchan que una caja de lápices por 12 largos de las dos marcas más conocidas (la que comienza con M y la otra con F), valores que oscilan entre 370 y 400 pesos, suelen salir despavoridos a los comercios que se dedican a arruinar temporada por temporada de cuanto rubro exista, por estos tiempos se trata de los artículos escolares.
Es así que esos comercios, no voy a puntualizar en nombres de fantasía, suelen ofrecer una caja roja de lápices largos por doce colores. Dicha caja suele estar impresa con las mismas imágenes de la marca reconocida que empieza con la letra F, con una sutil diferencia: la pintura que envuelve a esos lápices es tóxica.
Si bien nadie se va a morir por morder un lápiz con pintura tóxica, es verdad que muchas veces los chicos que están acostumbrados a morder los lápices, suelen llegar con dolor de panza a la casa sin saber el motivo real de la dolencia.
Si una caja de lápiz de primera marca sale unos 400 pesos en un comercio que todo el año trae artículos escolares, debería hacerles ruido que en otro comercio multirubro cueste 300 pesos. La sutil diferencia es la toxicidad de la pintura con la cual viene recubierta el lápiz.
Además de la sutil diferencia de los lápices originales o de imitación, el resto de los productos que se venden en esos comercios acostumbrados a vender de todo también son copias baratas. Del mismo modo un repuesto de 480 hojas con margen reforzado de las dos marcas principales, que está unos 1.300 pesos en librería, en estos lugares se consiguen por cien o doscientos pesos menos, con el problemita de que la banda del margen reforzado se empieza a despegar a las dos semanas de ser usada la hoja. Así la lista de ejemplos es interminable.
Margarita Sosa