Carlos Heller
La semana pasada el Gobierno llevó a cabo una operatoria de conversión de bonos en pesos por 363.000 millones, reduciendo más de la mitad de los 606.000 millones de pesos en títulos que vencieron el último jueves. Es un dato positivo, cuando oposición hace correr versiones irresponsables sobre un posible default de la deuda en pesos en un próximo gobierno, que impactaron negativamente en la cotización de los bonos y generaron incertidumbres injustificadas. En este marco el dólar ilegal, que había mostrado una importante suba en las jornadas previas, se estabilizó, aunque en valores algo superiores (7%) a los de un mes atrás: se dice que superó el récord. Sin embargo, si se toman los valores ajustados por la inflación, que es la manera correcta de hacer un análisis, los mismos se encuentran hoy algo más del 20% por debajo del mayor valor que alcanzó en enero pasado. Bien lejos de los niveles récord a los que intencionadamente se suele hacer alusión. En el caso de la conversión de bonos, algunas voces minimizaron los resultados de la operación señalando que hubo una alta participación de entidades públicas. Se llegó a afirmar que la misma estuvo “armada” exclusivamente para el Banco Central, cuando en realidad, si bien la autoridad monetaria fue ofertante, se recibieron muchas otras ofertas. No deja de ser un hecho positivo que exista una importante participación de la deuda intra sector público, un dato en el que nadie reparaba una semana atrás, cuando el eje estaba puesto en los elevados vencimientos a enfrentar. El problema es que las expectativas, sobre todo las que surgen del comportamiento especulativo, por más que no tengan asidero con la realidad terminan impactando en decisiones en la economía real, por ejemplo en los precios, o en la liquidación de las exportaciones. Están relacionadas con la capacidad de instalación que tienen los grandes medios de comunicación, que repiten consignas para generar zozobra. Entre las cuestiones que se tergiversan, está la de la moneda de denominación de la deuda, llegándose al extremo de escuchar de un “gurú económico” que es peor tomar deuda en pesos que en dólares. Es la misma persona que en mayo de 2020 afirmó que no se iba a arribar a un canje con los bonistas privados en moneda extranjera, porque es “un tire y afloje, del otro lado no te van a regalar nada”.