Las cinco empresas de tecnología más grandes -Facebook, Google, Microsoft, Apple y Amazon- tienen actualmente un valor de mercado combinado de 7,5 billones de dólares. Estas empresas están lanzando nuevos productos en el negocio de las noticias. Sus desarrollos se orientan hacia la participación de la audiencia, creando nuevas redacciones y contratando periodistas para generar contenidos. La razón parece obedecer a los marcos regulatorios que obligarían a esas compañías a tener que pagar por las noticias que reproducen. Australia aprobó el Código de Negociación Obligatorio de Medios de Noticias y Plataformas Digitales, que apunta a que Facebook y Google paguen millones de dólares a los editores, si alojan su contenido. El código alienta a que estas empresas y los medios negocien acuerdos de pago. Pero en Silicon Valley creen que será más rentable tener sus propios equipos de redacción. El ingreso de las compañías de tecnología al mercado de noticias puede resultar atractivo para una profesión que sufre una profunda crisis, con miles de periodistas desocupados en todo el mundo. Pero, al mismo tiempo, representa una amenaza por la inevitable concentración mediática que acabará sucediendo. Habrá grandes perdedores además de los medios que no sobrevivan: los ciudadanos, el sistema democrático y la sana convivencia. Las tendencias en el consumo de noticias marcan algunas pautas. La primera y más evidente es la brevedad: a medida que los celulares crecen exponencialmente, la gente se informa en esas pantallas. Y cada visita es por un período de tiempo cada vez más corto. Según una investigación de Pew, los consumidores ahora pasan un promedio de 2,5 minutos por visita, una disminución del 10% desde 2015. Tener una experiencia de lectura de menos de 3 minutos, supone un desafío para intentar entender cualquier cosa. Contar una historia no siempre puede reducirse a unos pocos caracteres, aunque eso sea lo que suceda en la actualidad. De hecho, los 140 caracteres de Twitter son más o menos la misma cantidad de letras que ocupa cualquier título de una noticia. Los “hilos” de tuits surgieron como un atajo para superar esa limitación, pero no son tan populares. En otras palabras, lo que tenemos hoy es una enorme cantidad de personas, millones, que sólo se informan con los titulares. Según Facebook, un lector promedio dedica sólo 1 minuto a una historia. Quizás eso explique porqué en el debate público muy pocos se dediquen a exponer una idea y prefieran catalogar a sus rivales con un rótulo, cuanto más estridente y escandaloso, mejor.









