“Un grupo de afganos que trabajaba para The New York Times, junto con sus familias, aterrizó de manera segura, no en Nueva York o Washington, sino en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de México”. Así arranca la crónica publicada este miércoles en el periódico estadounidense, que relata la acción generosa, rápida y humanitaria con la que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador logró salvar a los periodistas de NYT, varados en Kabul. A ese primer contingente de refugiados se sumarán en las próximas horas otros periodistas y trabajadores del Washington Post y del Wall Street Journal. Los tres diarios firmaron una “solicitud urgente” el 15 de este mes, rogándole al presidente Joe Biden que les diera protección y, posteriormente, los evacuara hacia EE.UU. ante el temor de que sean ejecutados por los talibanes, quienes los acusan de “colaboradores”. Pero además de esos 200 periodistas afganos de los tres diarios, existe un número no precisado de trabajadores de medios de comunicación que siguen sin siquiera poder ingresar al aeropuerto, incluida la mayoría del personal de Voice of America y Radio Azadi, operadas por el gobierno de EE.UU. Los corresponsales de nacionalidad estadounidense o de los países de la OTAN que contaban con sus respectivas visas y permisos especiales pudieron huir de Afganistán. Pero sus empleados asiáticos no recibieron la autorización por “trabas burocráticas” en la Embajada. La llegada a México de las 24 familias fue la última parada de una frenética huida de Kabul. Y el papel de México en su rescate fue inmenso al proporcionar rápidamente documentos y asilo, algo que se corresponde con su tradición nacional de dar la bienvenida a todos, desde el líder independentista cubano José Martí, en el siglo XIX, a los argentinos que escaparon del golpe de Estado de 1976. “Estamos profundamente agradecidos por la ayuda y la generosidad del gobierno de México”, escribió Arthur Sulzberger, editor del NYT, en un correo electrónico remitido al ministro de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard. “Su ayuda ha sido invaluable”, agregó. Pero su periódico publicó que dicha asistencia no afectaría la cobertura de México por parte del NYT, «todos los que nos han ayudado entienden que nuestra cobertura es total y completamente independiente». Es que tanto el diario neoyorkino como el Post y WSJ han sido muy críticos de México y del propio López Obrador. Un presidente que no dudó en salvarle la vida a sus propios reporteros, librados a su suerte por su país.