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Concepción del Uruguay
jueves, diciembre 12, 2024

Editorial… Dan náusea

Según el Informe Anual sobre Desigualdad de Oxfam, publicado coincidiendo con las reuniones del Foro Económico Mundial en Davos, el 1% más rico de las personas capturó casi el doble de la riqueza producida en el mundo desde la pandemia de Covid-19, contra el resto de la humanidad combinado. Su fortuna se disparó en $26.000 millones de dólares, aumentando su participación en la nueva riqueza del 50% a dos tercios. El desglose de estas cifras expone cómo, a nivel mundial, la riqueza extrema se acumula no innovando o aumentando la producción, sino aprovechando el aumento de los precios y explotando la mano de obra. En esta ecuación, las personas ricas están habilitadas por la falta de regulación e impuestos. El resultado es una bonanza de saqueo sin sheriff ni comisarios que enfrenten a los vándalos. Esto había estado sucediendo durante los últimos años, pero la pandemia aceleró la tendencia. Los ricos se beneficiaron de todo: cada intervención positiva del Estado y el impacto negativo de la crisis de alguna manera terminaron aumentando su riqueza. Se beneficiaron del aumento de los costos al usarlos como coartada para cobrar precios superiores a la inflación y luego distribuir las recompensas como dividendos en lugar de salarios más altos. Las corporaciones de alimentos y energía hicieron una matanza, obtuvieron $306.000 millones en ganancias inesperadas en 2022 y luego distribuyeron el 84% a los accionistas. Se beneficiaron de los paquetes de estímulo que hicieron subir los precios de los activos. Se beneficiaron de las bajas tasas de interés que les ayudaron a expandir sus imperios inmobiliarios. Según Credit Suisse, las tasas de interés más bajas y los programas de apoyo del gobierno dieron como resultado «una gran transferencia» de riqueza del sector público a los hogares privados, que vieron cómo se reducían sus deudas y aumentaba el valor de sus activos, acciones y propiedades. La obscenidad del sistema es posible gracias a la disminución drástica del poder de negociación de los trabajadores. La mano de obra débil es mano de obra barata, más lucrativa. Los trabajadores del mundo pueden explotarse cada vez más de acuerdo con las necesidades de sus empleadores. Pero la elusión fiscal es el pilar más fuerte que apuntala la desigualdad global. Oxfam descubrió que 143 de 161 países congelaron las tasas de impuestos para los ricos durante la pandemia y 11 países las redujeron. Esta clase ricos (y gobiernos) dan náusea.

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