Los videos de chinches arrastrándose por los asientos del subte, hoteles y cines de París arrasan en Internet. No ocurrió de la noche a la mañana. Varios factores mantienen a las chinches prosperando. Parte del problema, dicen los entomólogos, puede ser la forma en que manejamos las plagas. A diferencia de los mosquitos o las garrapatas, que los gobiernos abordan con fumigaciones a gran escala, las chinches se consideran más un problema individual que un problema social. Y no todo el mundo sabe o tiene el dinero para erradicarlas, por lo que lo que continúan reproduciéndose y propagándose en busca de nuevos huéspedes. Contra lo que suele creerse, las chinches no son el resultado de una mala higiene, ni se limitan a las comunidades de bajos ingresos. Sólo necesitan sangre humana para seguir adelante (aunque también se alimentan de sangre de ganado y de pollo). Son insectos solitarios y sólo pueden sobrevivir si tienen mecanismos para eludir nuestros esfuerzos por matarlas. Uno de ellos es su notable capacidad de endogamia, lo que les permite multiplicarse con rapidez. Se han visto apareamientos entre hermanas durante 30 generaciones y las últimas son tan sanas como las primeras. Pesticidas como el DDT y los organofosforados fueron muy efectivos entre 1950 y la década del 2000 para eliminar a las chinches. Pero cuando se descubrieron sus efectos tóxicos en la salud humana, lógicamente, fueron prohibidos. En la década del 2000 las chinches regresaron, propagándose por las rutas comerciales desde los países en desarrollo a los industrializados. Pero esta vez eran resistentes a los químicos utilizados antes. La exposición a los pesticidas las obligó a desarrollar exoesqueletos más duros, lo que impide que los químicos penetren en sus cuerpos. Las actuales, son “chinches mutantes”. Incluso si absorben algunas de las sustancias que se utilizan para exterminarlas, salen ilesas porque han desarrollado enzimas que descomponen y neutralizan las toxinas. Eliminamos las chinches susceptibles a los insecticidas y hemos seleccionado a las más resistentes. No sólo eso, también eliminamos uno de sus principales depredadores, las cucarachas, que cazan huevos de chinches. A diferencia de los mosquitos y garrapatas, las chinches no transmiten enfermedades, ya que tienen una capacidad única para fracturar el ADN de los patógenos que ingieren, de modo que ya no sean capaces de causar infecciones. Esta sería una buena noticia, sino fuera que, como no “causan daño público”, las autoridades no gastan para combatirlas.
Editorial… Chinches mutantes

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