Editorial. Cerebros IV

Por David Bueno

Tras el nacimiento, el cerebro continúa formándose. Nacemos con la mitad de neuronas que tendremos de adultos, por lo que inicialmente se deben formar muchas neuronas nuevas. Sin embargo, sobre los 3 a 4 años de edad, el cerebro ya contiene casi todas las neuronas que precisa, y pocas más se añadirán en el transcurso de la vida. Pero a pesar de ello, su formación jamás está concluida, y continúa construyéndose y reconstruyéndose a lo largo de toda la vida. Lo hace estableciendo nuevas conexiones o sinapsis. Este fenómeno, que es crucial para comprender nuestras características mentales y entender cómo van cambiando, se denomina plasticidad neural. Consiste en la capacidad que tienen las neuronas para establecer conexiones nuevas, y también para eliminar, las que están en desuso. El secreto de la vida mental y de las capacidades psíquicas se encuentra en estos patrones de conexiones neurales, en las redes neurales que conforman el cerebro.
La plasticidad neural es crucial en cualquier proceso de aprendizaje. Y un recién nacido debe aprenderlo casi todo. Aquello que aprendemos, lo que recordamos, e incluso lo que no recordamos conscientemente pero que no obstante influye en nuestros comportamientos, se mantiene en nuestro cerebro implantado en unos patrones concretos de conexiones. Si el cerebro no pudiese hacer conexiones nuevas no podríamos aprender más nada, sólo usar lo que ya supiésemos con anterioridad. Por eso cada día, al acostarnos, nuestro cerebro es diferente a cómo era por la mañana al despertarnos, porque no pasa ni un día sin que aprendamos algo nuevo o sin que hayamos vivido alguna experiencia que merezca la pena ser recordada. Y las niñas y los niños son unas auténticas esponjas de asimilar novedades. De hecho, la característica más importante del cerebro durante la niñez es ser una esponja capaz de absorber en sus conexiones todo el ambiente que los rodea, para conocerlo y adaptarse a él. El cerebro infantil cambia constantemente, y en buena parte lo hace influenciado por el ambiente y las experiencias que les proporcionamos. La estimulación es un elemento crucial para la formación del cerebro. Un cerebro estimulado va a tener más conexiones que el mismo cerebro sin esa estimulación, lo que implica más capacidad para organizar la vida mental.