David Bueno
Continuando con las arrugas debidas al paso del tiempo, hay diversos factores que contribuyen a su formación, tanto extrínsecos como intrínsecos. Los factores extrínsecos incluyen todos los factores externos al organismo que favorecen la aparición de las arrugas, como las bajas temperaturas, el viento e incluso el humo del tabaco. Los factores intrínsecos, en cambio, dependen de la morfología de la piel y del propio envejecimiento general del organismo, incluyendo factores genéticos. Dentro de esta categoría cabe destacar el denominado envejecimiento cronológico, debido a la pérdida de la capacidad de soporte de las fibras de colágeno y de los glucosaminoglicanos, unas moléculas también de la matriz extracelular que retienen el agua y dan turgencia a la piel. También las fibras de elastina van perdiendo su disposición regular y se disponen al azar, lo que hace disminuir la elasticidad de la piel. También es importante el envejecimiento hormonal, los cambios propios del paso de los años, que influyen en la cantidad y calidad de las fibras de colágeno. Y por descontado también influye la acumulación progresiva de residuos debidos al metabolismo celular normal, como por ejemplo radicales libres, que repercuten en el funcionamiento de las células, incluyendo la obtención de energía para sus funciones vitales, la capacidad de reproducción para sustituir las células de las capas más superficiales de la piel o las dañadas. Finalmente, no hay que olvidar la mencionada contracción cutánea debida a los repetidos movimientos musculares del rostro. Por todos estos motivos, no es de extrañar que todos los productos que se utilizan para mejorar la textura de la piel contengan agentes hidratantes y/o péptidos, proteínas o vitaminas –como la vitamina A o retinoles– que, mediante mecanismos todavía no del todo conocidos, activan la producción de colágeno por parte de las células de la piel, lo que contribuye a mejorar su elasticidad e hidratación, y en general al mantenimiento del tejido cutáneo en toda su complejidad estructural. En el contexto de las arrugas del rostro, tal vez envejecer sea dejar de ocultar las intenciones y mostrar las experiencias de la vida y, posiblemente, lo mejor que nos puede proporcionar un tratamiento para las arrugas sea suavizarlas sin ocultarlas.