Economía… Cargas de la deuda

Por Carlos Heller

En el marco de la 77° Asamblea General de las Naciones Unidas que se realizó la semana pasada en Nueva York, el presidente Alberto Fernández mantuvo un encuentro con la Directora del Fondo, Kristalina Georgieva. Entre otras cuestiones, Fernández le solicitó una solución al problema de las sobretasas, y Georgieva expresó su voluntad de poner ese tema en debate en la próxima reunión de directorio de ese organismo.
No es un tema menor en un contexto como el actual. El costo de endeudamiento para países como la Argentina se calcula a partir de la tasa de interés de mercado del FMI, que a su vez está influida por las de los principales países, la mayoría de los cuales están en un sendero de subas. Es sobre esta base que se agregan luego unos 300 puntos básicos de sobretasa en los préstamos que sobrepasan la cuota permitida a cada país (es el caso de la deuda heredada por el actual gobierno). A modo de comparación: la Reserva Federal de Estados Unidos acaba de establecer un nuevo aumento de la tasa de referencia, el quinto consecutivo, situándola en el rango de entre el 3% y el 3,25%, el nivel más elevado desde principios de 2008.
El 26 de agosto último, expertos de primer nivel de la Organización de las Naciones Unidas enviaron una carta a la titular del FMI en la que le piden revisar su política de sobrecargos. Alertan que el esquema actual “afecta negativamente a los Derechos Humanos” y aseguran que “se trata de una estrategia contradictoria e incoherente con respecto a los objetivos de lograr la sostenibilidad de la deuda en el futuro”. De acuerdo a los firmantes de la nota, “en lugar de prestar asistencia, los recargos se duplican sobre países que ya se enfrentan a grandes restricciones de liquidez y que están a punto de incumplir el servicio de las cargas de su deuda”.
En el caso de nuestro país, que está tratando de fortalecer sus finanzas públicas y sus reservas sin recurrir a las tradicionales políticas de ajuste, sería muy beneficioso y un importante avance que se lograra un entorno internacional más justo, que beneficie principalmente a los países de bajos ingresos y a los emergentes. Ningún análisis de la coyuntura debe perder de vista el punto del cual venimos, las dificultades internas y el mundo en el que estamos inmersos.