Divulgación por la democracia

David Bueno
Hace pocos años, Reino Unido aprobó la modificación genética de embriones humanos para investigación biomédica con una técnica llamada CRISPR/caso, en ningún caso con fines reproductivos, con embriones excedentes de fecundaciones in vitro que legalmente ya no pueden ser implantados. El tratamiento que se le dio fue muy bueno, al situar la noticia en su contexto preciso, alejado de referencias literarias cómo podría ser “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley. Lo que no quiere decir que, en un futuro, no pueda llegar a ser técnicamente posible, lo que exige un debate ético. La opinión pública está dispuesta a los avances científicos, lo que hace destacar la importancia de los medios que hacen divulgación, e incide en la necesidad de un buen saber para hacer una correcta divulgación. Divulgar no es sencillo, y se convierte en un reto y en una responsabilidad. Un reto porque hay que explicarles descubrimientos y sus aplicaciones e implicaciones de la forma más neutra y completa posible, con un lenguaje preciso pero al mismo tiempo sencillo y llano al alcance de cualquier persona que esté interesada. Y una responsabilidad, porque una de las mejores formas de conseguir que la sociedad se interese por la ciencia y las sus implicaciones es apelando a las emociones de las personas, para que se sientan implicadas. Pero las emociones son un arma de doble filo dado que se pueden manipular con facilidad, y manipularlas implica sesgar la opinión de las personas y consecuentemente disminuir su capacidad crítica. Y éste es, en opinión de este columnista, el principal hito de la divulgación científica, contribuir a la capacidad crítica informada de los ciudadanos. La noticia con qué he empezado es sólo uno de los ejemplos sobre cuestiones científicas que requieren debate social. Pero este debate, si queremos que sea productivo, sólo puede salir de la opinión informada de los ciudadanos. El papel primordial de la divulgación científica, como también lo es el de la humanística, es contribuir a fortalecer los mecanismos democráticos de toma de decisiones, por parte de personas críticas informadas. Las mejores decisiones se adoptan cuando se cuenta con toda la información disponible y tiempo suficiente para pensar y debatir.