Por Carlos Heller
El gobierno se propuso mejorar las condiciones de vida de los argentinos con un plan de lucha contra la inflación, utilizando diversos instrumentos, entre ellos, el control de precios de más de 1.400 productos esenciales. ¿En qué se funda esta medida? En que, cuando a los argentinos se les mejoran sus ingresos a través de las políticas públicas y de las negociaciones paritarias, esos mayores recursos se los apropian los grupos monopólicos por la vía del aumento de los precios. En tal sentido, Miguel Schiariti, el presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), afirmó que “si le llega a la gente el ‘plan platita’ se viene un aumento del precio de la carne”. Schiariti confirmó con sus declaraciones la existencia de la puja distributiva. Según ese punto de vista, suben los precios porque la gente puede pagar más. Entonces, el gobierno no tiene otro camino que intentar ponerle freno a esa puja y empieza por productos sensibles como los alimentos. La oposición insiste con que los controles de precios nunca funcionaron. A ellos hay que preguntarles cuándo funcionó el ajuste. Por ejemplo, ¿cómo les fue en el 2019? Con todas las medidas que la ortodoxia neoliberal, produjeron una contracción monetaria brutal y un gran ajuste fiscal. El resultado fue la suba de la pobreza, la exclusión, el cierre de empresas, la destrucción del aparato productivo y el nivel más bajo de utilización de la capacidad instalada. Todos los indicadores relacionados con el bienestar de la ciudadanía empeoraron. En ese escenario, pronosticaron una inflación anual para 2019 del 5% que terminó siendo del 54%. Por supuesto, el congelamiento de precios no puede ser una medida aislada. Tenemos que discutir, entre otras cosas, qué sucede al interior de las cadenas de valor. Si los empresarios dicen que pierden, es necesario analizar lo que pasa con el costo de sus productos porque nadie puede ser condenado a trabajar a pérdida. Si hay distorsiones en las cadenas de valor, procesos innecesarios, intermediaciones evitables, entre otros temas, hay que corregir esas cuestiones. Está claro que existen dificultades para implementar por ejemplo la Ley de Góndolas. El objetivo de esta iniciativa es que los consumidores tengan una diversidad de ofertas y puedan salir del esquema donde unas pocas marcas ocupan la casi totalidad del espacio de exhibición. Ese control monopólico de las góndolas hace que los productos alternativos queden invisibilizados.