Diagnóstico objetivo

Señor director:
El mundo es un complicado laberinto creado por sus habitantes, y todo hace suponer que, a menos que ocurra un milagro, las cosas irán de mal en peor cada día que pase. Las irregularidades son tantas y frecuentes, que provocan desazón e inquietud en personas de todas las edades. Gobernantes y gobernados están desorientados. Nada funciona como debiera funcionar.
Hombres y mujeres han perdido el control sobre sí mismos y están enfrentados entre sí debido a las malas influencias habidas cuando chicos, y los jóvenes cada vez respetan menos a los mayores por lo mismo.
En general, nunca hubo tanto despilfarro de energía para lo banal, ni tan poco interés en la autorrealización. Preocupa y mucho, que de las pasiones que enciende el materialismo hagan apología los incautos, a pesar de que en sí mismas constituyen la causa principal de sus desdichas.
En medio de un panorama tan desolador, nadie puede aportar soluciones viables, excepto Dios mismo y, dado que a lo largo del tiempo las fue aportando a través de seres iluminados, o incluso de Él mismo en persona (como sucedió hace 5.000 años al exponer la ciencia espiritual de la acción a Arjuna en Kuruksetra, India), lo inteligente sería sustituir los cánones de la disparatada cultura materialista basados en el limitado entendimiento humano, por los cánones de culturas milenarias –como la cultura védica– basados en inequívocas directrices, cuyo incuestionable fundamento altamente científico garantizan el éxito absoluto en cualquier proyecto.
La mentalidad materialista exacerba la atracción por lo mundano, tergiversa la visión correcta de las cosas e induce a comportamientos cuestionables.
Todo ser humano anhela paz, bienestar real y felicidad total, lo cual se alcanza cuando se opera conforme al conocimiento de la verdadera naturaleza de las cosas, agente liberador de las erradas conclusiones mentales y tendencias nihilistas. Las enseñanzas de Krishna en la Bhagavad-gita, por ejemplo, disuelven discrepancias, dudas y temores, e inspiran concordia, certeza y confianza. Sus verdades conclusivas promueven la elevación de la conciencia, único atajo para no equivocarse nunca.
Hoy día, el nivel más avanzado de la ciencia moderna necesita un acercamiento completo a la investigación que potencie al conocedor y legitime el proceso de conocer, aspectos desvelados en su totalidad por la reconocida ciencia de la acción expuesta en la Bhagavad-gita.
El necesario progreso evolutivo de la humanidad requiere dar un salto desde la ciencia de una sola categoría a una ciencia holística total. El conocimiento científico de la verdadera naturaleza del ser, y la clara noción del mundo espiritual al que éste pertenece, fundamenta la ciencia de la acción correcta, la cual potencia la creatividad personal capaz de transformar lo irrelevante en trascendente.
Lucas Santaella