Varios de los pacientes que estuvieron en terapia intensiva fueron alcanzados por un fenómeno denominado “delirium”, que afecta a más del 50% de los internados por coronavirus y que está ligado a secuelas cognitivas y psicológicas.
Definido como una disfunción cerebral aguda, el delirium se registraba, previo a la pandemia, en pacientes de entre 75 y 80 años mayormente, que en muchos casos ya padecían demencia. Según un estudio de la revista médica The Lancet, que analizó a 2.088 pacientes de 14 países, esta condición sin embargo está afectando a casi el 55% de los pacientes de coronavirus internados en Unidades de Terapia Intensiva (UTI), aún siendo más jóvenes y sin ningún daño cognitivo previo.
Darío Villalba, especialista en cuidados respiratorios de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), explicó en diálogo con Telam que el delirium se asocia a “peores resultados en el tratamiento” al implicar un mayor requerimiento de ventilación mecánica, más días de internación, mayor riesgo de mortalidad y «mayores secuelas en el post alta» de la terapia intensiva.
El síndrome “suele ser difícil de tratar”, según dice la especialista y así que lo adecuado es prevenirlo, aunque durante la pandemia fue “difícil tomar las medidas necesarias para evitarlo”. El delirium se manifiesta a través de alteraciones cognitivas, de la percepción o ambas juntas.
Pacientes consultados por Télam lo recuerdan o asocian a “pesadillas siniestras” que signaron su paso por una terapia intensiva, donde permanecieron internados con coronavirus.
Es que la pandemia parece tener todos los ingredientes necesarios para la tormenta perfecta: largos periodos conectado a un respirador mecánico; sedantes fuertes; sueño deficiente; y la incapacidad de moverse e interactuar especialmente con familiares, además de lo inusual de los equipos de protección que apenas si dejan ver el rostro del personal de salud que los atendió.
Villalba aseguró que estas secuelas psíquicas, conocidas como “síndrome de post-UTI”, son “comunes” en los pacientes que egresan de estas unidades y que, al igual que el delirium hospitalario, deben ser atendidas de manera precoz para “una rápida recuperación”.
Esta condición es un «tema de salud pública», consideró, porque puede generar «la ausencia de una persona en sus ambientes laborales y sociales, la carga familiar de sus cuidados y la carga financiera al sistema de salud al que pertenece el paciente».
Los expacientes coincidieron en la importancia de visibilizar “las consecuencias psicológicas que genera” el delirium hospitalario y promover su tratamiento con profesionales de la salud mental.









