DE NIRO EN UN THRILLER POLÍTICO “Día cero” es un espejo del caos contemporáneo

La nueva serie de Netflix y otra actuación genial de Robert De Niro.

En una de las primeras escenas del thriller de Netflix “Día cero” (Zero Day), un expresidente de Estados Unidos visita el lugar de un accidente mortal en el metro de Manhattan cuando un espectador comienza a gritar contra los culpables de la crisis. Estalla una pelea. Caen barricadas. El caos horroriza a George Mullen, un líder reverenciado interpretado por Robert De Niro, que ha sido convocado para calmar al público después de la catástrofe.
Inteligente, con principios y valiente, Mullen tiene todas las cualidades que cualquier persona razonable desearía en un presidente. Como se maravilla un admirador, también fue “el último presidente en la historia moderna que fue capaz de conseguir constantemente un apoyo bipartidista”. Lo que plantea las preguntas: ¿A qué partido político representa realmente Mullen? ¿Qué políticas defendió y qué logró?
Nunca lo descubrimos. Los creadores Eric Newman (“American Primeval”) y Noah Oppenheim (expresidente de NBC News), son tan meticulosos para evitar nombrar los partidos y las posiciones de los personajes, que debe haber sido una elección muy trabajosa.
“Día cero” es un thriller político bien construido, con un elenco excelente y valores de producción de gran éxito. Se esfuerza por establecer una atmósfera de división y desconfianza que refleja el presente en gran parte de los países occidentales. Sin embargo, su evasión a entrar en las verdaderas causas de la polarización actual (un enfoque cada vez más común en un Hollywood) socava esa verosimilitud.
Cuando conocemos al presidente Mullen, está inmerso en los placeres de la jubilación. Vive en el bucólico norte del estado de Nueva York, sale a trotar tranquilamente por las mañanas con su perro, nada en una piscina al aire libre, descuida unas memorias que llevaba mucho tiempo postergadas. Pero cuando el país sufre un ciberataque (la red eléctrica colapsa causando accidentes que matan a miles de personas, mientras en todas las pantallas de los teléfonos inteligentes aparece la frase «Esto volverá a suceder»), George es persuadido por la actual presidenta para que encuentre al culpable y evite una segunda catástrofe.
El trabajo de un presidente nunca termina, incluso cuando ya no es presidente. Las consecuencias de sus decisiones tampoco.

Magnates, abusivos y justos

Existe la sensación de que al encabezar la comisión investigadora está resolviendo asuntos pendientes. George, un presidente popular que ocupó un solo mandato, se negó a presentarse a la reelección tras la muerte de su hijo adulto. Pero, por ético y agudo que parezca, George sigue siendo un hombre mayor con un botiquín de medicamentos en el baño. Los momentos de desorientación, sumados a lo que podrían ser alucinaciones, lo obligan a cuestionar la sensatez de su mente, y no es el único.
Netflix claramente se ha comprometido a hacer de “Día cero” un éxito. Dirigida por la prestigiosa figura de la televisión Lesli Linka Glatter (“Homeland”, “Mad Men”), la serie de seis episodios es tan elegante y veloz como cualquier largometraje de suspenso y utiliza inteligentemente a sus actores de renombre.
La serie es un oasis para espectadores de cierta edad en medio de un panorama televisivo lleno de novelas sin guion, clones fallidos de viejas películas. “Día cero” califica en lo que se suele llamar “programas para padres”, que encuentran héroes tradicionalmente masculinos, que resuelven crímenes o lideran imperios o luchan por sus familias, si no las tres cosas a la vez.
La constante es el arquetipo de un hombre justo y con el coraje suficiente para hacer lo correcto. Sin embargo, “Día cero” hace más que la mayoría de los programas para padres para humanizar a este personaje, un mérito tanto para la escritura como para el papel de Robert De Niro, como un líder augusto que lucha con su propio declive.
También hace un uso inteligente e inventivo de la historia del siglo XXI para evocar una crisis ficticia que parece real. El multimillonario tecnológico de Hoffmann suena auténtico en la era del capitalismo de los ricos que ya no disimulan su influencia. El destino de otro de los personajes tiene ecos del abusador sexual Jeffrey Epstein. Incluso cuando los giros de la trama se vuelven un poco inverosímiles, el mundo que habita George sigue arraigado en el nuestro.

Tiempos tóxicos

La evocación de la corrupción y el malestar contemporáneos en “Día cero” es tan vívida que su evasiva afiliación política la sumerge en el reino de lo siniestro. Se tiene la sensación de que las masas estaban agitadas mucho antes del ataque, aunque los detalles siguen siendo turbios.
Un personaje se enfurece contra «la mitad del país atrapada en un sueño febril de mentiras y conspiración», un guiño a la realidad que tampoco absuelve a la otra mitad de la grieta.
En una era en la que las producciones audiovisuales están dirigidas a captar públicos masivos, “Día cero” aborda la polarización política y social sin siquiera identificar los partidos de sus personajes. Esto limita nuestra comprensión de sus motivos y relaciones. El hecho de que sus autores sintieran que debían llegar a tales extremos habla de cuán violentos se han vuelto nuestros prejuicios, o al menos de cuán asustadas están las plataformas como Netflix y los propios creadores por ellos.
Hay razones para sus miedos: las personas que ocupan los pasillos de poder en la vida real están plagadas de mezquindad, vanidad e incompetencia. Una mezcla extravagante y bizarra, pródiga de escándalos, estafas y corruptelas. Los políticos de “Día cero”, en cambio, nunca cortejarían tan alegremente al caos. Toman las decisiones que toman, la mayoría de las veces, con la esperanza de prevenirlo.
Concebida mucho antes de que los escándalos actuales, esta serie no podía haber previsto los detalles inquietantes de estos tiempos. Sin embargo, su falta de voluntad para reflejar el presente en algunos de sus aspectos básicos convierte a “Día cero” tanto en una víctima de esta era tóxica, como en una súplica para hallar un liderazgo moral frente a ellos.

De Niro y Connie Britton en “Día cero”, una crisis ficticia que parece real.