Por Juan Martin Garay (*)
En un Estado de derecho los pesos y contrapesos, frenos y contrafrenos, límites y contrapesos, mecanismos correctores, sistemas de contrapoderes institucionales o sistemas de equilibrios de poderes, controles y equilibrios (versión castellanizada del “checks and balances”) son considerados instrumentos y mecanismos necesarios para velar por un debido cuidado en la separación de poderes de un sistema republicano de gobierno. En otras latitudes los “checks and balances” han permitido que sistemas de gobierno sigan una línea de estabilidad política y económica. En nuestro país esto debería impedir que alguno de los tres poderes sobre las que adopta como forma de gobierno nuestra Constitución Nacional, adquiera una sobreviniente primacía sobre el resto. Este proceso que se muestra conducente con compartir el poder de manera inevitable, es el deber ser de lo que muchas veces no es.
Aplicado de forma horizontal, por ser igualmente importantes los tres poderes el Estado, los “checks and balances” también pueden ejercerse de manera vertical respecto de las jurisdicciones y sub-jurisdicciones, siempre de la mano del cumplimiento de la legislación vigente. El mensaje pedagógico de este accionar en su representación real resulta todo un desafío para acercarlo más a la gente, “al ciudadano de a pie” como dice Landriscina; porque también sirve para contener expresiones no compartidas de modos, costumbres e ideologías.
Experiencias confrontativas
En la esfera pública esta tarea puede estar apoyada en el desarrollo de la “gobernanza”, donde calidad, eficacia y buenas prácticas están presentes, pudiendo llevarse adelante en comunidades que se realizan organizadamente. La legitimidad que otorga el ejercicio del poder, implica también la responsabilidad de asumir que en los gobiernos no se debería “mandar” sino conducir, con la necesidad de persuadir y dejar jirones en la búsqueda constante de la construcción de consensos. Lo que no implica homogeneizar un gobierno, porque una cosa es la administración y otra el gobernar, que se presenta como todo un arte en sí mismo. Las experiencias confrontativas nunca terminan siendo buenas consejeras.
Llamativa resulta la faz privada en sí misma y como traslativa de la experiencia en el ejercicio de la conducción al campo de lo público, pues no siempre resultan ecuánimes en sus experiencias. La formación política puede ser correspondida de manera directamente proporcional en la actividad privada y funcionar, pero inversamente proporcional en la actividad privada no siempre ha tenido buen final, al menos en nuestras propias experiencias.
Cultura del diálogo
En un reportaje, Gianfranco Pasquino -politólogo- señaló la limitación de muchos CEO (acrónimo para referirse directores ejecutivos de empresas) a la hora de llegar a la política, dada cierta dificultad para conseguir consensos. Paradoja si las hay, pues incluso en las empresas privadas de grandes dimensiones hay “checks and balances”, porque en ellas nadie puede hacer lo que quiere en un directorio, por mejor director ejecutivo (CEO) que sea quien esté a cargo de la misma, las propias reglas de “gobernanza” entre las variadas opiniones de personas calificadas, obligan a tamizar y balancear la información para actuar de conformidad y con objetivos claros.
La cultura del diálogo y el encuentro debe salir al paso de las nuevas realidades sociales del siglo 21 en el que vivimos. Porque desde el punto de vista etimológico el debate se presenta como un combate, una situación puntual donde alguien necesariamente debe ganar y otro perder, en cambio el diálogo es todo lo contrario, mediante éste el ganar o perder no es una resultante y se muestra como una sana práctica que se configura por una amalgama de opiniones disímiles que pueden ser motivadoras de un enriquecimiento intelectual superior y con resultados claramente positivos. Porque no es lo mismo la “política de la negociación que la negociación de la política”. Los controles y equilibrios (“checks and balances”) son la clave.
(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.