Las señales contradictorias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entre amenazas de una ofensiva terrestre y gestos de diálogo, mantienen en vilo a Washington y Caracas sobre una posible intervención militar en Venezuela.
En las últimas semanas, Trump ha alternado declaraciones amenazantes —como anunciar un inminente ataque por tierra contra «esos hijos de perra», refiriéndose a narcotraficantes— con la reanudación de vuelos de deportación de inmigrantes venezolanos y la mención a contactos con el presidente Nicolás Maduro. Esta indecisión, según analistas, aumenta diariamente la tensión.
Expertos como Phil Gunson (Crisis Group) y David Smilde (Universidad de Tulane) señalan que Trump enfrenta presiones internas que lo alejan de una intervención bélica abierta. Una encuesta citada por Smilde indica que un 70% de los estadounidenses se opone a una intervención en Venezuela. Además, existe escrutinio dentro de su partido por los ataques aéreos estadounidenses en aguas internacionales del Caribe, que han destruido al menos 22 supuestas narcolanchas y causado la muerte de al menos 87 tripulantes desde septiembre.
Despliegue Militar y Diálogo
Pese a la retórica bélica, Estados Unidos mantiene un amplio despliegue naval en el Caribe que incluye una docena de buques de guerra, el portaaviones Gerald Ford, un submarino nuclear y unas 15.000 tropas. Paralelamente, se habrían producido al menos una llamada telefónica entre Trump y Maduro el 21 de noviembre, con versiones contradictorias sobre su tono —desde «amenazante» hasta «respetuosa y amena»—, y se especula con un segundo contacto.
Contexto y Actores
La reciente Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. revitaliza la Doctrina Monroe, planteando a Latinoamérica como zona de influencia estadounidense, aunque también menciona principios de «no intervencionismo» y «poder blando».
Dentro del gobierno de Trump, el secretario de Estado Marco Rubio representa una línea dura partidaria del «cambio de régimen», mientras que el enviado especial Ric Grenell es visto como más inclinado al diálogo. Analistas interpretan que Trump alterna su favor entre ambos como una estrategia de poder.
Conclusión de los Analistas
Los expertos consultados se muestran algo más optimistas sobre que se pueda evitar una gran intervención militar, pero son escépticos sobre un acuerdo beneficioso. Smilde considera que ninguna opción es buena: una intervención sería lo peor, pero un repliegue total fortalecería a Maduro. Gunson subraya que a ninguno de los dos líderes —Trump o Maduro— les importa realmente la democracia en Venezuela.
Mientras tanto, Maduro no tiene planes de dejar el poder y ha reforzado su seguridad personal. La situación permanece en un estado de alerta y volatilidad, pendiente de los próximos movimientos de Trump.










