Contractualismo

El Pañuelazo para decir no al 2x1 de la Corte en 2017.

Por Juan Martín Garay (*)

 Ha cobrado fuerza en este tiempo una visión contractualista de la sociedad, esto implica que el convivir se conjuga mediante la expresión de un acuerdo de voluntades. Como contrapartida a ello está el sentido de comunidad, una meta superior donde se manifiesta la concepción altruista del compartir, cuyo “interés sin interés” es priorizar el objetivo del conjunto por sobre el beneficio personal.



Los conflictos

El gran problema lo encontramos en que para esta visión contractualista de sociedad, que se muestra en el actual contexto electoral en nuestro país, se privilegian los conflictos. Allí radica algo fundamental y disruptivo, porque con el avance de este lineamiento que muchas veces se irradia por medios de masivo alcance, se generan acciones que dañan la sana aspiración de la anhelada unidad nacional y la concepción altruista que ésta conlleva, truncando con ello las buenas intenciones que debería haber en pos de avanzar sobre el abordaje de aquellos problemas que realmente le importan a la gente y que se dejan totalmente a un lado. A simple pluralidad de criterios, vemos que existe una marcada diferencia entre ambas concepciones: en una se cambia el “nosotros” por el “yo”, en otra se deja de lado el “yo” para hablar y pensar en el “nosotros”. Está claro que la lógica superlativa radica en que nadie quiere vivir mal y todos quieren vivir mejor, es algo humano, necesario y totalmente aspiracional.

Pero bien sabemos que cuando existe un constante conflicto no hay orden posible de experimentar ni mucho menos construcción de comunidad palpable. Estamos prácticamente en un país “keynesiano”, no por lo económico sino por la concepción de esta teoría pero aplicada a la Nación, que cuando todo indicaría que se termina de construir, la vuelven a destruir para luego aparecer algún tipo de nuevo emergente social con todo el empeño puesto en otra vez empezar a reconstruirla. ¡Una locura! Ya sea que se quiera construir sociedad o comunidad, la historia parece que se repite una y otra vez hasta el hartazgo, “primero como tragedia, luego como farsa” (18 Brumario de Luis Bonaparte).

Contractualismo y comunidad

Lo cierto es que nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza, así como que nadie puede convivir en una sociedad que no se ordena. Cuando hablamos del “nosotros”, estamos hablando de comunidad y su construcción, que implica hablar de principios humanos de integración. La comunidad anhela la paz social y el bien común, en cambio el contractualismo se expresa mediante la urbanidad y ésta se vincula con el concepto de sociedad que se apoya en una ideología del orden puramente. Si bien desde lo dialéctico se parecen, son totalmente distintos uno del otro. Una cosa es la teoría y otra la cuestión práctica. Entre el texto y la realidad hay notables diferencias.

El contractualismo entiende que hablar de urbanidad implica ser respetuosos de nuestros semejantes pero teniendo presente para ello que existe en la vida en sociedad un marco normativo preestablecido que se encuentra conformado por todo un conjunto de normas escritas (que también incluye a la costumbre que rige de cierta manera y a los “buenos modales”) que fueron ideados con el único fin de querer convivir sanamente; nada mal por cierto.

Por otra parte, comunidad es pensar en los demás, anteponiendo a las propias necesidades aquellas que tiene la mayoría. Esto se conjuga con el altruismo, procurando el bienestar general en forma desinteresada aún a costa del propio interés. Aunque esto parezcan renuncias personales, en realidad son ganancias para el conjunto y más aún cuando lo es con un marco de inclusión en cuestiones puramente comunes para todos, partiendo con “el otro”, es decir desde el compartir.

El ser nacional

Nuestro mayor y único potencial está representado en una gran riqueza que no se basa en los recursos naturales o minerales de la Nación, sino en el verdadero ser nacional que lo conforma su gente, todos nosotros. Esta es la gran riqueza de la patria, la que surge de las propias relaciones con nuestros entornos naturales y fundamentalmente con nuestros semejantes, donde la concepción humanista se expresa libremente (o al menos debería poder hacerlo).

Expresa Francisco “debemos preocuparnos realmente por que se generen procesos que construyan pueblo, más que por obtener resultados inmediatos que producen un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana”. El tiempo actual y el que está por venir se nos presenta de una manera muy compleja y sumamente complicado. Ante esto, pensemos en que siempre es posible reconciliarnos en la diversidad que nos atraviesa transversalmente.

Hagamos lo posible para avanzar juntos en los procesos dinámicos y complejos que son necesarios para que, en el marco del diálogo como forma de encuentro, emerjamos luego “campear el temporal” en una reconciliación nacional verdadera y sostenida en el tiempo. No la compliquemos, de nosotros depende.

(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.