“Esta es una historia sobre personas”. Esto fue lo primero que Clint Eastwood le dijo al guionista debutante Jonathan A. Abrams al leer el guion de Abrams para “Jurado N°2”, un procedimiento judicial seguro, bien hecho y discreto. El thriller trata ideas tan importantes como la verdad, la justicia, la moralidad y la culpa, temas fundamentales que han sido durante mucho tiempo parte del ADN de la amplia filmografía de Eastwood, desde “Harry el sucio” hasta “Sully”.
El guion llegó a Malpaso Productions de Eastwood después de que un productor le preguntara a Abrams: “¿Quién quieres que dirija esta película? Apunta alto”. Con esta indicación, el guionista consideró qué director activo apreciaría lo que es esencialmente “un toque moderno de “12 hombres en pugna”.
Eastwood, con más de cinco décadas a sus espaldas dirigiendo películas dedicadas a complejas indagaciones sobre la virtud, la ética y la justicia, fue el primer nombre que le vino a la cabeza. “Conocer a Clint por primera vez fue probablemente el mejor día de mi vida, después del nacimiento de mis hijos y el día de mi boda. Él y yo hablamos como dos chicos pasando el rato. Fue increíble”, recuerda Abrams. “Incluso si hubiera dicho: ‘Oye, vamos a ambientarlo en Marte’, yo habría dicho: ‘¡Claro!’”, dice. “Pero su lectura realmente confirmó que era el director perfecto para el guion”.
“Jurado N°2”, es una de las mejores obras del cuatro veces ganador del Oscar, que actualmente se estrena solo 50 salas de EE.UU., pero que está pensada para recorrer el mundo entero por las plataformas de streaming. De hecho, es un resumen exacto de dónde ha estado siempre la cabeza del legendario cineasta de 94 años como director, productor, actor e incluso compositor observador y reflexivo, preocupado por todas las dualidades que nos hacen humanos. Y es probable también que sea la última película del director, con rumores circulando sobre su retiro. Sin duda sería una nota final apropiada.
Es el tipo de película de prestigio que se puede ver y volver a ver y que los grandes estudios ya no quieren hacer (un drama centrado en los personajes y muy tenso que se habría considerado popular en los años 90) y que se desarrolla en torno a un juicio ficticio por un asesinato.
A lo largo de la película, el jurado lucha por llegar a un veredicto sobre el principal sospechoso del caso, con algunas pruebas persuasivas pero incompletas en su contra.
Una fiscal testaruda y hábil, lucha con tesón para demostrar la culpabilidad del sospechoso. Mientras tanto, el igualmente decidido abogado defensor cree en la inocencia de su cliente y lo defiende ferozmente ante el jurado, que aporta sus propias prioridades y prejuicios al proceso civil.
La zona gris de los humanos
En otras palabras, “Jurado N°2” es en verdad “una historia sobre personas”: cargadas de circunstancias, profundamente defectuosas, plagadas de una conciencia sesgada. Los personajes existen, tal vez como la mayoría de los humanos en un momento u otro, en la “zona gris” moral. Como en muchas de las películas más agudas de Eastwood, todo aquel que tiene la humildad de reflexionar sobre sí mismo y preguntarse: “¿Qué haría yo en esta situación?”, está, por extensión, siendo juzgado.
Ese mismo interés por la humanidad, junto con un ojo profundamente escéptico hacia los sistemas establecidos (a menudo gubernamentales y judiciales), ha ocupado gran parte de la obra de Eastwood. Y se ha extendido a su propia y complicada historia política, como libertario autoproclamado socialmente liberal y fiscalmente conservador, ni un republicano tradicional según los estándares actuales (a pesar de haber apoyado a varios candidatos republicanos en el pasado), ni un demócrata.
Vemos estos temas en algunas de las mejores películas del cineasta: películas en las que los forajidos envejecidos pueden tener integridad (“Los imperdonables”), los ladrones pueden tener una brújula moral más firme que el presidente en funciones (“Poder absoluto”), las mujeres devotas de familia pueden encontrar el tipo de amor puro que el público quiere apoyar fuera del matrimonio (“Los puentes de Madison”) y los entrenadores viejos y gruñones con prejuicios contra las mujeres pueden descubrir el mayor propósito de sus vidas a través de una atleta femenina (“Golpes del destino”).
Si esta es la nota con la que Eastwood se retira, no podría ser un reflejo mejor de la histórica carrera del maestro de 94 años.