CINE. El encanto perdurable de Bridget Jones

“El diario de Bridget Jones” hoy es como subirse a una máquina del tiempo que nos lleva de regreso a tiempos más traicioneros, alrededor de 2001. El jefe de Bridget coquetea activamente con ella a través del correo electrónico de la oficina, comentando lo diminuta que es su falda, y ella responde lanzándose a una tórrida aventura con él. Bridget se siente terrible con su cuerpo y cree que alcanzar un peso ideal le traerá felicidad. Todos fuman, mucho. La película está tan fuera de sintonía con cómo pensamos y sentimos hoy que es… completamente encantadora, tal vez incluso más de lo que era cuando se estrenó.
“El diario de Bridget Jones” es, por supuesto, una instantánea de su tiempo: todas las películas que tienen 25, 50, 100 años se verán un poco extrañas para los ojos modernos. Pero ese es el valor de alejarse de una película que se puede haber amado hace décadas. El punto no es decir que las cosas eran mejores entonces, o incluso que eran peores. Lo que pasa es que las películas cuyas tramas han pasado de moda todavía pueden decirnos mucho sobre lo que queremos del arte, incluso si a veces son cosas que nos da miedo desear. Las reglas pueden cambiar, pero nuestros deseos tácitos no siempre cambian en consecuencia.
La franquicia cinematográfica de Bridget Jones ahora incluye tres secuelas. Las dos primeras fueron “Bridget Jones: Al borde de la razón” de 2004 (en la que Bridget termina en una cárcel tailandesa) y “El bebé de Bridget Jones” de 2016 (en la que Bridget se encuentra embarazada a los 43 años y no está segura de quién es el padre). La última entrega es “Bridget Jones: Loca por él”, que, en lugar de tener un estreno en cines se transmite en streaming (por ahora en la Peacock).
Al igual que las películas anteriores, la nueva película es una adaptación de material original de la novelista y columnista de periódico Helen Fielding: su novela, “Bridget Jones: Loca por él, se publicó en 2013). En esta cuarta película, dirigida por Michael Morris, Bridget, nuevamente interpretada por Renée Zellweger, ahora es una viuda afligida con dos niños pequeños. Su marido, el abogado de derechos humanos Mark Darcy (Colin Firth), murió cuatro años antes durante una misión en Sudán. Aparece brevemente en la película como un fantasma, y ​​estos breves vistazos de él son quizás, sorprendentemente, conmovedores.

Viejos amantes

El desarrollo de la trama comienza, como era de esperar, con los amigos de Bridget instándola a volver a tener citas. Como una cincuentona de aspecto adorable y juvenil, no tiene muchos problemas para atraer candidatos, entre ellos un joven de 29 años que aspira a ser biólogo y el profesor de ciencias de su hijo, aparentemente severo pero en realidad bastante genial.
El antiguo jefe/novio de Bridget, Daniel Cleaver (interpretado por Hugh Grant), aparece y desaparece de la historia. Su historia compartida los ha convertido en una especie de familia, que es uno de los mejores elementos de la historia, que refleja la forma en que nuestras relaciones con viejos amantes pueden cambiar con el paso de los años, frecuentemente de formas que no podemos predecir.
“Loca por él” está diseñada para satisfacer a los fans; produce lo mejor para que el público sienta las emociones. Al igual que las dos secuelas anteriores, tiene sus puntos fuertes: Emma Thompson, que interpretó a la ginecóloga inexpresiva en “El bebé Bridget” (también coescribió el guion), regresa ahora y la película cobra vida cada vez que aparece.
La intención de sus creadores es cerrar la serie, dejando a Bridget en un lugar donde la felicidad está de nuevo a su alcance. Después de todo, la vida sexual de una mujer no tiene por qué terminar cuando se acerca a los 50. Todo eso es reconfortante, tal vez demasiado reconfortante.
Aunque todas las películas de Bridget Jones tratan sobre la imprevisibilidad de la vida y los beneficios de afrontarla con franqueza y sentido del humor, la fórmula funciona mejor en la original, tal vez porque captura perfectamente la sensación de volar sin red que sienten los jóvenes a lo largo de sus 20, e incluso a veces, hasta bien entrados los 30.
Bridget, de unos 35 años, lleva un diario no solo como una forma de reflexionar y registrar, sino quizás como una forma de manifestar todas las cosas que anhela. El hecho de que esos objetivos sean tan esquivos es parte de la gran broma de la película. Eso es también lo que la hace entrañable, con sus atuendos que nunca son del todo adecuados, con su forma de irrumpir en cualquier situación, solo para encontrarse con la humillación. Nada de eso la molesta por mucho tiempo, pero siente dolor como cualquier persona. Y, como todos los demás en nuestro planeta en un momento u otro, simplemente se siente sola.

Nuestros propios errores

Solemos oír a gente aparentemente inteligente criticar esta o aquella vieja película por ser “anticuada”, una distinción que no significa nada. Hay todo tipo de cosas en “El diario de Bridget Jones” que no se podrían hacer hoy en día. La madre de Bridget, refiriéndose a otra mujer hace un desagradable comentario racial, aunque cabe señalar que el objetivo es mostrar que este personaje es tonta e intolerante a la vez.
Bridget está obsesionada con su peso, se considera gorda y, por tanto, poco digna de ser querida. Las mujeres todavía se obsesionan con el peso, pero la idea de que debemos aceptar nuestros cuerpos tal como son está más presente que nunca. Dondequiera que se mire en “El diario de Bridget Jones”, alguien está encendiendo un cigarrillo. Ya no lo hacemos en la mesa de la cocina como en la película, pero quienes crecieron con este hábito probablemente sientan una punzada de nostalgia por aquellos días de pasar el rato en un bar o con amigos entre volutas de humo.
Y luego está todo el asunto del jefe de Bridget, Daniel Cleaver (Grant), que hace comentarios lascivos y burlones sobre ella y sus diversos atributos físicos. El lugar de trabajo es para trabajar. Nadie debería sentirse inferior o manipulado o, peor aún, amenazado para que acceda a las insinuaciones sexuales de un jefe.
Ahora está mal visto y hasta existen leyes para prevenir este tipo de cosas (aunque nadie pueda asegurar hasta cuándo, dado el avance de ultraderecha, la violencia discursiva y el ataque permanente a las minorías).
En la vida real, durante gran parte del siglo XX, la idea de “atrapar” y casarse con el jefe no era necesariamente un tabú, siempre que no se rompiera un matrimonio en el proceso: era solo una forma en que una mujer podía obtener lo que quería o necesitaba. Lo vemos en las viejas películas de Hollywood: cualquier mujer en 1932 viendo a Barbara Stanwyck acostándose hasta llegar a la cima en “Carita de Ángel”, o a Jean Harlow haciendo lo mismo en “La pelirroja”, por supuesto sabría que lo que estas mujeres estaban haciendo no era “adecuado”, pero las apoyarían de todos modos. Estaban cuidando de sí mismas de la mejor manera que sabían, o podían.
Incluso cuando se es joven y un poco salvaje, dormir con el jefe/a nunca es una buena idea: eso es evidente. Pero las películas no son pautas sobre cómo deberíamos vivir. A veces nos gusta ver nuestros errores de juicio reflejados en la pantalla, y Bridget Jones ofrece mucho de eso.

La gran heroína

El diario de Bridget Jones no termina con un anillo o un vestido de novia. Termina con una joven que disfruta mucho del sexo y que tiene la suerte de estar con una pareja que le ofrece mucho. Es una película, y una franquicia, lo suficientemente inteligente como para saber que no existe el “felices para siempre”. Tanto para a quien le encanta u odia la zaga de Bridget, tiene que reconocerle esto: la felicidad nunca es algo que se detiene de golpe. A veces ae tiene mucha y a veces menos, pero con una pizca de optimismo y sentido del humor siempre se puede salir adelante.
El siglo XXI no ha sido una gran época para la comedia romántica, pero nos ha dado una gran heroína. Zellweger le dio a Bridget Jones su vida en la pantalla, con su forma de decir las cosas de manera fantástica y estrafalaria, su paso medio torpe, medio decidido, su nostalgia a menudo conmovedora. Bridget a menudo dice cosas que no debe hacer; fuma demasiado y probablemente también bebe demasiado; y quizás una o dos o tres veces más de lo que debería, ha perseguido a un chico bajo la lluvia o la nieve o cualquier otro tipo de clima desagradable, mientras usaba un atuendo cómicamente inadecuado que la exponía indebidamente a los elementos. Ella representa todos los errores románticos tontos que hemos cometido, o al menos pensado en cometer, y sin embargo no se avergüenza de ninguno de ellos. Para ella, andar a trompicones por la vida es solo otra forma de vivirla, pero eso es lo que hacemos la mayoría de nosotros, lo queramos admitir o no.