A lo largo de la historia Concepción del Uruguay, tendida a la vera de una de las grandes arterias de la Mesopotamia Argentina, contó con puertos que, acorde a la época cumplieron un rol importante desde el punto de vista socioeconómico en el desarrollo de la región y del país.
Por Orlando Busiello (*)
No en vano tres presidentes de la Nación, pusieron sus ojos en él: Sarmiento, Avellaneda y Juárez Celman. Quienes, a su tiempo, tomaron medidas muy importantes tendientes a mejorar la infraestructura portuaria.
El puerto uruguayense, estuvo en un primer momento al sur de la ciudad en la zona conocida como “Puerto Viejo”, luego se instaló más al norte donde se construyó un puente férreo-vial sobre el riacho Itape, pasando por la isla de Las Garzas, con salida exterior sobre el río Uruguay. Finalmente, al cortarse la isla y abrirse el canal de acceso; las operaciones de cargas y descargas se realizaron directamente en los muelles interiores del llamado “Puerto Nuevo”.
No hay duda de que su posición geográfica lo transformó en un puerto de ultramar y, durante muchas décadas, punto terminal de una extensa e importante red ferroviaria. Esto hizo que se constituyera en centro de entrada y salida de productos de todo el mundo. No obstante, el puerto de Concepción del Uruguay tuvo a lo largo de los años momentos de gran esplendor y etapas muy difíciles; vaivenes, donde mucho ha tenido que ver la política nacional, su economía y el contexto mundial.
En los últimos años de la década del 60, el puerto uruguayense que no pasaba por un momento de gran actividad cuando fue elegido por una firma exportadora establecida en Buenos Aires, para la realización de un importante embarque de ganado ovino en pie, con destino el norte de África.
El primero, según se apuntaba, de una serie de futuras transacciones de esta naturaleza.
La noticia fue recibida con beneplácito no sólo en la ciudad, por lo que significaba la reactivación del puerto, sino también en toda la región mesopotámica pues se abría una puerta interesante que favorecería el flujo exportador de una amplia zona de influencia, siendo el puerto de Concepción del Uruguay el centro de este febril movimiento.
Después de cumplirse con los requisitos legales en la materia, fue confirmada la operación consistente en el envió de 19.000 lanares con destino a Bengazzi, Libia. La fecha estipulada para la carga del ganado se fijó para los últimos días de febrero de 1968, y el transporte fletado fue el buque chipriota llamado “Capitán Papis”, de 8.905 toneladas, con 125 metros de eslora.
El barco contaba con una tripulación de 15 hombres, a los que se sumaban 26 personas encargadas del cuidado de los animales y dos veterinarios.
Finalmente se dispuso el traslado y concentración de los ovinos en el puerto de Concepción del Uruguay. Los mismos provenían de distintos puntos de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, arribando en ferrocarril y camiones de ganado. Pero, además, se trajeron lanares desde la República Oriental del Uruguay.
Se improvisaron grandes corrales para la ocasión, ubicados frente al Molino Concepción; en un amplio espacio entre los galpones portuarios Nº5 y Nº6.
Rápidamente la noticia ganó las calles y la curiosidad hizo que muchos vecinos se acercaran al puerto con la única intención de observar los preparativos previos a la llegada del “Capitán Papis”. Sin duda, la presencia de tanta cantidad de animales para ser exportados, era un acontecimiento inusual en el puerto local, por lo menos durante el siglo XX.
El calor de la estación se hizo sentir entonces con intensidad, y la gente a la distancia se compadecía de los cientos de miles de ovinos jadeantes que, bajo un sol implacable se apiñaban en los corrales a la espera del largo viaje a través del Atlántico.
Primer contratiempo
El barco chipriota que había tenido un percance al quedar varado al entrar al canal de acceso el domingo 25 de febrero a las 22:40hs frente a la “Estella Maris”, zafó de su embarazosa situación en la madrugada del lunes 26, gracias al repunte del río. Autorizado por las autoridades de Prefectura se aprestó a realizar las maniobras de amarre ese mismo día, hecho que se produjo a las 8:45hs, a la altura del galpón fiscal Nº6.
Este fue el primer contratiempo del “Capitán Papis” y del práctico que lo guiaba, quien, como veremos después, dejó muchas dudas sobre sus conocimientos de las cartas náuticas del río Uruguay.
Lo cierto es que, debido a la necesidad de mejorar el plano inclinado de las mangas con el objeto de facilitar el ingreso de los animales al barco, y la demora en llegar de algunas majadas procedentes del Uruguay, el inicio de las operaciones de embarque comenzó el día martes 27, a las 23:00hs.
Finalmente, el viernes 1 de marzo de 1968, el “Capitán Papis” zarpó de Concepción del Uruguay sin completar su carga, pues sólo embarcó 12.000 cabezas. Esto tuvo que ver con la imposibilidad física del buque para albergarlos, quedando en tierra alrededor 4.500 a 5000 ovinos. Es preciso recordar que la cifra estipulada era de 19.000, la que no llegó a completarse.