Cambio de mentalidad

Señor director:
Las crisis que padecen las sociedades de todo el mundo reflejan el desvarío de sus instituciones. El trabajo se ha mecanizado excesivamente y la fiebre consumista pretende auspiciar la buena vida. Los gobernantes son cada vez más incompetentes, y la disparidad de criterio genera controversias y conductas cuestionables.
A la vieja Europa –que tanto ha presumido de vanguardismo y talento–, a partir de ahora le toca experimentar el declive cultural causado por el fervor materialista con que ha procedido durante los últimos tiempos. Los europeos aman un estilo de vida liberal, pero no la integridad moral. Ellos conciben la libertad como permisividad: hacer todo lo que se les antoje sin que la represión moralista sufrida en épocas anteriores los vuelva a molestar.
Actualmente, la derecha y la izquierda de todos los países del mundo se están echando un pulso y, todo parece indicar que la inestabilidad irá en aumento, derivando en nuevas guerras nunca vistas.
Cada ser humano tiene tendencias materiales y espirituales, pero en los tiempos que corren no hay lugar para doctrinas que no concuerden con la concepción material de la existencia reflejada en todo cuanto se emprende. Sin alma que salvar, ni Dios a quien rendir cuentas, las personas adoptan la filosofía del “todo vale” y se confunden.
Las supuestas libertades de la democracia han evidenciado las asimetrías culturales de todo el mundo. Y a pesar de que la progresiva decadencia cultural ha perjudicado a todos, todavía se le rinde culto. Los tremendos picos de violencia y abusos de poder provocan altos grados de ansiedad.
La mayoría aún no admite que equivocó el camino. La mentalidad explotadora, el deterioro ambiental y la aparición de nuevas enfermedades incurables demuestran que, por ignorancia consentida, se ha deteriorado la visión correcta de las cosas. No obstante, hay muchas personas conscientes de la situación caótica del momento que, no solo no comulgan con el pensamiento tradicional, sino que abogan por cambios sustanciales tendientes a descontinuar los aberrantes equívocos de la historia.
Definitivamente, se está gestando una nueva conciencia radicalmente opuesta a la anterior. La mayor parte de la energía de las personas dispuestas a cambiar su forma de vivir, está inclinada a construir nuevas culturas en sintonía con su instinto de supervivencia. La mayoría busca consenso para ingeniar una dinámica viable que pueda agrupar íntegramente las fuerzas que hoy día luchan por desarrollarse siguiendo caminos aparentemente distintos. Para ello hará falta instaurar una imagen irresistiblemente vibrante, un nuevo modo de vida constructivo. Hasta entonces será poco efectivo continuar hablando de estrategias.
Lucas Santaella