Busca levantar su vivienda destruida por un incendio

Pese a la adversidad, no bajó los brazos y está decidida a reconstruir su vivienda.

Por Hernán Bravo

En pocos minutos las llamas acabaron con su casa y herramientas de trabajo. Pero Daniela Montefinale se reinventó y sostiene a su familia con la venta de pan casero y la generosidad de sus vecinos. El vocablo resiliencia proviene del latín resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, rebotar. Tiene su origen en la capacidad de ciertos metales que luego de ser golpeados, resisten el trauma y pueden volver a su estado original. En Psicología refiere a la capacidad de ciertos individuos de sobreponerse a las adversidades, traumas o situaciones extremas y lograr un desarrollo sano, adecuado, exitoso o feliz. La protagonista de esta historia sintetiza como pocas esta virtud.
“¿Nos ayudás? Con este frío estamos casi a la intemperie y queremos terminar nuestra casa. Necesitamos trabajar y es la única manera de salir adelante”, expresó en su Whatsapp Daniela Montefinale, quien perdió todo el 25 de mayo pasado tras el voraz incendio que consumió por completo su casa de toda la vida, la casa en la que creció, que fue la de sus padres, y antes la de sus abuelos.
El hogar que protegió de la intemperie a tres generaciones ya no está, desapareció, como todas las cosas físicas de este mundo que
Daniela ha visto desvanecerse con amarga serenidad, pero jamás con resignación. Porque los sueños y el deseo de superación, como los átomos de la materia concreta, nunca mueren. Se reinventan y siguen adelante.
En base a su experiencia en el área gastronómica, Daniela –con el apoyo de su familia, compuesta por su esposo y sus dos hijos–, decidió preparar comidas para ofrecer entre sus vecinos y conocidos. Así, con el producto de esa venta, se propuso conseguir los fondos necesarios para destinarlos a la reconstrucción de su hogar. Con el impulso de encarar este nuevo desafío y de mantener siempre en alto los brazos (y la frente), a pesar de esta adversidad, comenzó a elaborar panes caseros, también con chicharrón y con jamón y queso, entre otros platos.
“El 25 (de mayo) me levanté a la madrugada para hacer una buseca que se iba a vender, y hubo una falla en el gas (al parecer, desencadenante del siniestro)”, indicó luego de recibir a LA CALLE en su casa, mientras preparaba los encargues.
“El incendio se produjo a las 5:00 y, a los 20 minutos, ya no tenía más nada”, recordó. La magnitud de las llamas y el olor infecto del humo negro son parte de una pesadilla que conservará en la memoria, pero que, afortunadamente, no causaron heridas en su familia. Aunque sí, cuantiosas pérdidas materiales. Entre ellas, la maquinaria disponible desde antes de la pandemia, con la que llevaba adelante el emprendimiento de perniles y que contribuía a la economía de su hogar. A ese fuerte impacto económico sufrido en 2020, y por el que el grupo familia “la venía peleando” para subsistir, se sumó este otro, impensado pero real. Como el Ave Fénix, Daniela se propuso no bajar la guardia y poner en marcha su ingenio para afrontar la contingencia. Fue así que, con el respaldo de los suyos, a través de las redes sociales, puso a disposición de la ciudadanía su arte y experiencia en la gastronomía para recibir el pedido de los vecinos. Comenzó a preparar –en lo que quedó de la cocina– desde panes caseros a lengua a la vinagreta, además de empanadas los sábados y los domingos. Y para el 9 d este mes proyecta elaborar locro y empanadas fritas.
Su exhortación encontró rápidamente el eco favorable en la comunidad, no sólo en lo que hace a los encargues de comida sino, también, en la colaboración con los materiales requeridos. Fue así que recibió un importante donativo para reemplazar las ventanas, de parte de una uruguayense, que mantiene guardada en la casa de un vecino porque su instalación, prevista para el viernes 2, no fue posible por el accionar de “los amigos de lo ajeno”.
A las 2:00 de la madrugada del día anterior alguien las robó. Ése –admite–, fue “otro golpe duro”. Pero no hay resentimiento en el tono de la voz ni el brillo de sus ojos. No obstante, la familia sigue recibiendo la solidaridad de la gente.
“En La Clarita podemos sacar materiales”, contó Daniela, para acotar enseguida que la primera compra fue 110.000 pesos y que les falta una segunda en plan de que la vivienda quede habitable.
Esto comprende al revoque, las paredes, los tres cielorrasos, las aberturas, la puerta placa y las ventanas. A ello debe sumarse la mano de obra. También la reconstrucción de la conexión de agua corriente, ya que el vital elemento solo sale del grifo de la cocina, lugar donde se originó el fuego del 25 de mayo. Daniela estima deberá contar con aproximadamente medio millón de pesos para reacondicionar su hogar. En cuanto a lo que hace a la vida familiar, el grupo quedó dividido: ya que los hijos –menores y en edad escolar- se alojan en la casa de su hermano, mientras que ella y su esposo quedaron en el inmueble, que sólo tiene luz eléctrica en una habitación, y permanecerán allí hasta levantarlo. “Con el frío, entre los dos la apechugamos como podemos”, respondió Daniela a la pregunta de cómo hacían para hacer frente a las bajas temperaturas de este invierno. “Irme a otro lado, no, porque no podría hacer lo que hago acá”, dijo para acotar que “estamos viviendo a contrarreloj porque, más allá que sabe que sus chicos están muy bien con su tío, el deseo es que los cuatro integrantes vuelvan a estar juntos lo más pronto posible. “Seguiremos trabajando hasta levantarnos”, sostuvo con determinación en el momento en que tocaban la puerta de su casa para retirar un pedido. Si bien es consciente de que, en esta pandemia, “nadie la pasa bien”, agradece la respuesta de los uruguayenses, “la gente más solidaria que conozco”, resaltó.
Quienes deseen acompañar a Daniela y su familia pueden hacer sus encargues al 156 66202. También pueden colaborar con donaciones (en el Corralón La Clarita) para la compra de materiales o en la CBU del Banco Nación.