La cantante argentina habla de las ‘Mostras del rock’ olvidadas por la historia, el machismo en la música y la cultura de la cancelación.
Durante el fin de semana que pasó en Barcelona, Barbi Recanati (Buenos Aires, 1986) ha tocado en directo para presentar su libro “Mostras del rock”, ilustrado por la artista ecuatoriana Powerpaola. El volumen recoge la historia de 49 mujeres clave en la historia de la música, desde Mamie Smith hasta Kristin Hersh pasando por Ronnie Spector, Debbie Harry, Poison Ivy, Pauline Black o Alice Bag.
Recanati, que se define como una “divulgadora feminista compulsiva de música”, cuenta con el suficiente bagaje para reivindicar el papel de las mujeres en la industria musical. Entre 2005 y 2017 lideró la banda de rock alternativo “Utopians”, con la que grabó cinco álbumes. En 2018 inició su carrera en solitario, a la vez que montaba su productora musical, Gonza Records, en colaboración con la radio digital Futurock. Con esta emisora también realizó el podcast de siete capítulos “Mostras del rock”, germen del libro homónimo.
La iglesia rockera
“Mostras del rock” apareció cuando todavía no había demasiados podcasts sobre música, y se convirtió en un éxito inesperado. Cada capítulo llegaba al puesto número 1 en escuchas y su fama se extendió a otros puntos de Latinoamérica, llegando incluso a ser materia de estudio en una universidad de México. Ahí llegó el momento en el que Futurock le propuso hacer el libro, que desde el principio ella concibió en un formato similar al de un fanzine o un cómic, para que de esa manera llegase mejor a un público joven.
La colaboración con la ilustradora Powerpaola vino de la mano de la cómica Charo López, amiga de Recanati, que se la recomendó días antes de que el confinamiento por el Covid-19 comenzara en Argentina. La conexión entre ambas partes fue casi mágica: “Me metí en su Instagram y vi que era perfecta. Ella me contó que estaba en un bar cuando yo le escribí y que estaba sonando un tema mío. La chica que le llevó el café le dijo que le encantaba esa canción y fue como una señal”, recuerda riendo.
“Mostra se utiliza mucho en el mundo queer para llamar a las drags, las transformistas, los varones gays, inclusive en mujeres cis”, explica. “Por otro lado estaba el concepto de ‘monstruo del rock’ y me parecía que era una burla a la iglesia rockera: vamos a hablar de las ‘monstruas del rock’ pero no me interesa en absoluto robar tu podio, no me interesa tomar tu rock y hacerlo de las mujeres, esto es completamente nuevo y disidente”.
Rock y machismo
Aunque con los años se ha ido diversificando, el de la música rock es un sector muy masculinizado, aun así, la pregunta de si el machismo impera es casi inevitable. Recanati responde que el tiempo no ha hecho que las actitudes machistas se hayan rebajado, sino que más bien se ha creado una escena paralela en el que las mujeres pueden desarrollar su trabajo sin miedo y con empoderamiento.
La artista explica que sintió el peso del heteropatriarcado cuando deshizo su banda después de que uno de sus miembros fuese acusado de abuso sexual a menores. “Recibí tantos mensajes, miradas y comentarios en las redes sociales de parte del mundo del rock que me tuvieron que quitar el teléfono durante un tiempo y me alejé de la escena. Ahí descubrí que la escena del rock no solo es machista, sino que también es muy castigadora y que no te perdona. Por eso, cuando volví a hacer música lo hice rodeada de mujeres y de pares”.
Antes de ese episodio, en Argentina ya había tenido lugar otro escándalo similar, aunque con un protagonista mucho más conocido, Cristian Aldana: el creador de la Unión de Músicos Independientes de Argentina, líder de la escena indie y sobre todo de la autogestión, que inclusive estaba metiéndose en la política de a poco. Tenía hasta 12 denuncias por violación a menores de edad con una especie de estrategia muy macabra. Ahora está preso. Después de eso salieron muchas denuncias.
Recanati subraya que estos casos de abusos no son un problema específico de la escena rock: “Yo soy lesbiana y a mis conciertos vienen un montón de chicas que me gritan te amo, y después del show no se me pasa por la cabeza ir a buscarlas. Entonces esas cosas pasan en las cabezas de algunos hombres que necesitan cambiar”.
El debate de la cancelación
Al hilo de este tema, la conversación deriva en otra discusión candente en la actualidad: la cancelación. Recanati considera que hay demasiado miedo a hablar de ese concepto y que, tristemente, es un conflicto que se ha encendido más dentro del feminismo que en el resto de la sociedad.
“Una cosa es lo que la gente piense de vos por escuchar a ciertas personas y otra es lo que consideremos que puede seguir sucediendo o no. Y una cosa es hablar de lo que ha sucedido en el pasado y otra de lo que queremos que siga sucediendo o no”, dice. “En el medio hay una guerra tan grande con la cancelación que se dicen cosas como que ‘Roman Polanski hizo esto ¿y vos seguís viendo sus películas?’ y, en lugar de juzgarlo a él, se te juzga a vos. Termina siendo una guerra moralista que es lo que hace que después las chicas tampoco se animen a denunciar”.
Pero ¿llega a darse una cancelación real en algún caso? Muchos de los hombres —porque en la mayoría de los casos son hombres— a los que se denuncia por acoso sexual desaparecen durante algún tiempo, pero después vuelven sin demasiado problema.
“Creo que la cancelación real existe en los lugares o comunidades más cerrados, en los espacios donde vos dependés mucho de esa comunidad”, dice Recanati, que recuerda que en el país se ha debatido sobre si cualquier denuncia, aunque sea de una chica en las redes sociales comentando que alguien la había tratado mal, es motivo suficiente como para cancelar a alguien. “Hoy en día, cada uno cuenta lo que quiere contar, y después a cada uno le afecta como le afecta, pero la cancelación no puede salir barata tampoco. Es un debate, y creo que no hay miedo a hablar de ello”.

