Por Juan Martín Garay (*)
Para los creyentes, la palabra «caridad» -que proviene del latín caritas- significa «virtud de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo». Por eso para casi todo el mundo caritas significa amor, y como bien sabemos el amor todo lo construye, incluso en la adversidad. En este tiempo de desencuentros necesitamos caridad y más concordia, entrega, calma, paz social, respeto, equilibrio, armonía y fundamentalmente más amor.
Servicio y caridad
En un reciente discurso del Papa Francisco cuando le confirió el “premio Pablo VI” al Presidente de Italia, expresó: “San Pablo VI decía que quienes ejercen el poder público deben considerarse servidores de sus compatriotas, con el desinterés y la integridad propios de su alta función. El deber de servicio es inherente a la autoridad; y cuanto mayor es ese deber, más elevada es esa autoridad. A menudo falta la libre y honesta observancia de la legalidad y ante ellas surge el egoísmo colectivo”. Interesante reflexión.
En nuestro país vivimos un triste presente producto de los actuales vientos de desesperanza que atormentan con una fragilidad que nos aísla y enfrenta. Esto que nos ocurre debilita la sana convivencia que necesariamente debería existir entre todos nosotros. ¿Por qué lo debería? Sencillamente porque somos todos hermanos y hermanas de una misma tierra donde la vida nos alumbró, nuestra Patria.
La herramienta
Ante el contexto actual de la realidad social imperante, una vez más y como siempre lo ha sido (o debió serlo), la política se presenta ante nosotros como la única y mejor herramienta de transformación social que tenemos en la búsqueda de ese amor que tanto necesitamos. La política es todo un arte del que se debe hacer uso -según enseña el Papa Francisco- con “servicio y responsabilidad”. Entonces, ¿cómo hacer de la política una forma de caridad y cómo vivir la caridad en la política? El Papa responde a ese interrogante: “creo que la respuesta está en una palabra, servicio. Pero el servicio corre el riesgo de seguir siendo un ideal bastante abstracto sin una segunda palabra que nunca puede separarse de él, responsabilidad”. He ahí la clave. Una conjunción perfecta, no difícil de poner en práctica, pero que muchas veces sólo queda nada más que en palabras. Quienes tenemos responsabilidades políticas no podemos ser indiferentes a esto, por eso debemos tener una mayor entrega y compromiso, sumado a gestos de grandeza, de los que no abundan, por cierto.
Amor y vida
Es Julián Licastro quien por su parte también nos interpela desde sus escritos a “ser militantes del amor y de la vida”. Esto implica, según él y su cosmovisión Justicialista de la vida, “la justificación espiritual de la existencia, superando la matriz mezquina del utilitarismo material”. Porque entiende Licastro que “sin duda que hay cuestiones básicas a satisfacer, pero el ser humano sólo se ennoblece cuando lucha realmente por sus ideales, sirviendo a la comunidad con una entrega solidaria”. Por eso es necesario insistir hasta el hartazgo que frente a nuestra realidad actual debemos ser mucho más optimistas como medida de autodefensa moral y patriótica, con la ilusión de que surja una esperanza real y concreta de la mano de un avance social hacia la concreción del bienestar general con desarrollo e inclusión que tanto anhelamos. Porque, así como nadie se realiza en una comunidad que no sea realiza, tampoco nadie se salva sólo. Nos necesitamos desde la caridad mutua.
Caminemos en esperanza
Desde un corazón abierto a la entrega por el prójimo, para que nos dejemos interpelar con amor profundo y sincero, Francisco nos invita a que caminemos en esperanza este tiempo: “Invito a la esperanza, que nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor”. Esa esperanza radica en aferrarnos a un salto hacia el futuro, todos juntos, porque nadie sobra y todos nos hacemos falta. Además, como enseña Don Arturo Jauretche: “O es pa´ todos la cobija o es pa´ todos el invierno”.
Amor y amistad social
Hacer posible el desarrollo de una comunidad capaz de vivir en amistad social verdadera requiere también de una revalorización de la política y terminar de una buena vez con las formas nocivas de practicarla por parte de algunas personas que con su accionar sólo profundizan la crisis de representatividad que tanto daño nos hace. Los caminos de esperanza en la vida en comunidad son necesarios para poder construir ciudadanía positivamente en función de la gente y al servicio del verdadero interés común, el del pueblo y su felicidad. La justicia, la solidaridad, el amor y la paz, deben ser factor de reclamo constante pero en una sana manifestación que lo exprese.
Sembradores de amor
Sembrar con las lágrimas del presente nuevas semillas de amor, de mayor caridad en la política, necesariamente requiere de empezar por aceptar a los demás con sus diferencias y con la mayor responsabilidad posible, con actitudes de respeto en el marco del amor que todo lo construye, pensando siempre en ser más fraternales y así fortalecer nuestra vida en esta democracia que este año arriba a sus primeros 40 años ininterrumpidos.
Dijo Leopoldo Marechal a José María Castiñeira de Dios: “La patria es un dolor que nuestros ojos aún no aprenden a llorar” ¡Vaya sino tiene razón! La Patria en realidad es un don que nos viene dado, un regalo en el accidente del nacimiento, porque nacemos donde y cuando la vida nos alumbra, sin elección del lugar, tiempo, espacio o condición social; pero en cambio la Nación es una tarea de todos, una construcción colectiva que nos compete a todos por igual el realizarla. A quienes hacemos política se nos debe exigir hacer esa tarea con la mayor responsabilidad posible, pero esto también tiene que nacer de nosotros, desde el fuero interno y con todo el corazón puesto al servicio de los demás, sin condicionamientos, porque debemos hacer de la política una forma de caridad, siempre.
(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.