Alternativas dentro de la pandemia

El cooperativismo sufre los vaivenes económicos que desde hace algunos años atraviesa el país. La pandemia golpeó aún más a un sector que representa a más de 100 mil trabajadores en forma directa y afectó al 80% de los rubros que lo componen. Sin embargo, en medio de la crisis sanitaria, se registró un salto interanual de matriculaciones que permite augurar buenos tiempos. Junto a ello, el Estado volvió a poner en marcha herramientas de asistencia para favorecer la capitalización de las firmas: Farmacoop, el primer laboratorio recuperado del mundo, comenzará a producir test rápidos serológicos con apoyo del CONICET, mientras que Mielcitas, una cooperativa integrada mayoritariamente por mujeres, logró su reactivación y poco a poco dejan atrás los malos tiempos.
Las cooperativas de trabajo cuentan con más de 115.000 trabajadores asociados a lo largo y ancho del territorio nacional. Según cifras del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), durante el 2018 generaron más de $390.000 millones. Lejos de tratarse de una economía de subsistencia – como se las suele presentar – se trata de un cúmulo de empresas establecidas desde hace décadas que nutren al entramado local e internacional mediante producción y exportación.
Al interior del sector encontramos una diversidad de rubros: desde textiles hasta metalúrgicas, pasando por gráficos, gastronómicos, hotelería, cuidados de adultos mayores, alimenticias, cerealeras, aceiteras y de la industria farmacéutica, entre otros. Todas tienen en común un aspecto central: su composición.
Sse trata de trabajadores y trabajadoras organizadas democráticamente con el fin de producir o dar un servicio, pero con una distribución del excedente diferente al de la economía capitalista.
Un punto central a la hora de hablar de cooperativismo, tiene que ver con que no se trata de una economía de supervivencia, de menor porte o valor comparado con la capitalista.
Desde hace una década hay una estigmatización de la palabra cooperativa, como si fuera una economía de subsistencia, y no lo es. Es una economía que convive dentro de la economía de capital.