Por Susana Merlo
El consumo de carne de cerdo ya supera los 17 kilos por habitante, por año, y mantiene las expectativas de crecimiento, a la luz de lo que se informó durante el Centenario de la Cámara que nuclea a los productores de porcinos.
Tras muchos años de estancamiento, la especie comenzó a aumentar su producción de la mano de granjas modelo, producción sustentable, y otra serie de elementos técnicos que la ponen a la par de las principales del mundo, y que permiten ahora la faena de 7,4 millones de capones/año, provenientes de unas 600-700.000 hembras, que consumen unos 2 millones de toneladas de maíz y alrededor de 0,9 millón de tn de derivados de soja.
Con los clásicos chacinados, ahora ya es común ver en góndolas los tradicionales “cortes frescos” de cerdo, como ocurre con la carne vacuna. Esto, sumado a un precio comparativamente menor, está permitiendo el avance de su consumo local que, se destaca, ya llegaba a 8,5 kilos en 1940, lo que lo ubicó en el mayor consumo del siglo XX, solo superado por los 17kg de la ingesta actual.
Sin embargo, hay nubarrones, como los sobrecostos implícitos en los saldos técnicos de IVA, o la caída del consumo en China, que debilitó el mercado mundial. Esta situación provocó una crisis en Brasil (uno de los mayores exportadores mundiales) que está volcando parte de sus excedentes en Argentina (+80% en 10 meses) la que, a su vez, cayó en sus ventas externas desfavorecida por el tipo de cambio (-75%).
Así las cosas, los cuestionamientos sobre temas sanitarios sólo ensombrecen más aún el panorama. Es que la aparente falta de control oficial sobre los niveles de ractopamina, un anabólico restringido en Argentina, en la carne importada desde Brasil pusieron en alerta a los productores.
