El chico es el título de la primera obra maestra del genial y recordado comediante del cine mudo.
ace un siglo se estrenaba El chico (The kid), el primer largometraje de Charles Chaplin, el genio del cine mudo que tras la llegada del sonoro nunca quiso que su gran personaje, el vagabundo o Charlot o Carlitos, hablara por qué “se rompería la magia para siempre”. Chaplin participó de un sin fin de películas, pero El chico junto a La quimera del oro (1925), Luces de la ciudad (1931), Tiempos modernos (1936) y El gran dictador (1940) deberían ser obligatorias para cualquier amante no solo del cine, del arte en general. Oficialmente Chaplin nació en Londres en 1889, aunque una carta aparecida en 2011 asegura que fue en un campamento gitano de Smethwick, cerca de Birmingham. Tuvo una vida digna de un mito, de la pobreza al éxito en Estados Unidos, de los halagos a la persecución política macarthista por ser considerado comunista y el exilio en Suiza. Su vida sentimental, se casó cuatro veces, también plagó las páginas de los periódicos por sus matrimonios escandalosos con menores y acusaciones varias. Pero, sobre todo, Charles Spencer Chaplin fue un genio total del cine. No sólo un intérprete brillante, sino también un maestro del guion, la dirección y la composición musical, todos talentos que pueden disfrutarse en lo que fue El Chico, su primer largometraje.
Desde mediados de la década del 10, dirigió la mayoría de sus películas, para el 16 se encargó de la producción, y desde 18 compuso la música. Cuando El Chico llegó a los cines el personaje de el vagabundo ya era conocido entre el público -su debut fue en 1914, en Carreras de autos para niños-, y su intérprete toda una celebridad. Chaplin puede competir con Buster Keaton por el título del rey de la comedia física, aunque hay una gran diferencia entre ambos. Keaton fue un ingeniero del cine, un arquitecto que ponía el cuerpo en las dificilísimas tomas de riesgo y que, además , elaboró toda una tradición con una escenografía viva como parte del gag, mientras que Chaplin aportó un costado más psicológico, puso las emociones al frente. Ambos llevaron adelante lo que Thomas Hobbes llamó la ‘teoría de la superioridad’, que sugiere que las personas disfrutan de las desgracias ajenas como una forma de sentirse superiores: el schadenfreude o alegría maliciosa.
A lo largo de su filmografía, el artista británico no solo desplegó una capacidad inmensa para el humor, sino también una mirada con fuerte crítica social y humanista, a través de una edición plena de simbolismos, con una compaginación que buscaba dejar en claro su postura. El chico es un gran ejemplo de ese compromiso.