
La hora de la conducción política ha llegado, pero ya no para quien gobierna desde el Estado, sino para quienes deben construir una alternativa creíble desde el peronismo. El resultado electoral del 26 de octubre consolidó el fenómeno “Libertario” y fortaleció la figura del Presidente Milei con un aval ciudadano inesperado para propios y extraños, demostrando que “el hartazgo derrotó al miedo”.
En este nuevo tablero, el peronismo se enfrenta a un momento crucial: necesita líderes que interpreten este cambio de época histórico, cultural y, sobre todo, político. Ya no basta con visión y convicción; se requiere la humildad para aceptar que el pueblo prefirió una “utopía libertaria” antes que regresar a los modelos que percibe como estructuralmente fracasados. Entre el olor a naftalina y el aroma a algo fresco, eligió fácilmente lo más obvio.
La legitimidad, hoy, no se discute en los consejos partidarios, sino en la capacidad de reconectar con una sociedad que ha cambiado de piel. La unidad y la participación ya no pueden ser consignas abstractas. La política como herramienta para el bien común debe demostrar que puede ser más eficaz que la lógica de la “casta” que la ciudadanía rechazó. Esto implica un rechazo inteligente tanto al individualismo extremo como a un colectivismo clientelar, para priorizar la construcción de una alternativa pragmática que ofrezca seguridad económica, movilidad social y transparencia institucional.
Escuchar el Diagnóstico, no solo el Grito
El mensaje de las urnas fue un diagnóstico demoledor. Los que aspiren a liderar la oposición deben tener la capacidad de interpretar no solo los problemas económicos, sino el colapso de las certezas políticas que el votante expresó. El electorado demostró una sofisticación notable: realizó un cálculo complejo donde la memoria del fracaso pesó más que el miedo al cambio. El peronismo debe dejar de repetir “recetas viejas” y entender esta nueva anatomía del voto: un pragmatismo adaptativo que valora la coherencia y la convicción, incluso cuando no las comparte plenamente.
Para ello, es necesario unirse en torno a un proyecto creíble y post-ideológico. No es momento para disputas generacionales o enconos sin sentido, sino para amalgamar experiencia y juventud en una nueva gramática política. La generación intermedia tiene el rol histórico de actuar de bisagra, no para “descartar” a nadie, sino para construir un puente entre la identidad partidaria y las nuevas sensibilidades. El peronismo, como vemos en Entre Ríos, tiene ahora un piso electoral sólido, pero sufre una desconexión emocional con las generaciones jóvenes. Su dilema es reinvención o irrelevancia. Las nuevas tecnologías de la información y comunicación son cruciales como herramientas a tener en cuenta.
Recambio Dirigencial
Necesitamos un recambio dirigencial que apueste al diálogo y a la colaboración, pero sobre todo, que entienda que el clivaje “kirchnerismo-antikirchnerismo” se volvió irrelevante. La grieta fue reemplazada por una nueva división: casta vs. antipolítica. No podemos fracasar en este nuevo intento de entenderlo. Inauguremos un clima que, celebrando la democracia, vea en la derrota una oportunidad sana de regeneración, más que un reproche.
La política como herramienta de transformación sigue siendo clave, pero debe ser una estrategia humanista y pragmática. La obligación moral ya no es solo instar a valores, sino demostrar competencia para realizarlos. Construir una sociedad justa y equitativa sigue siendo una utopía necesaria, pero sus bases ya no serán un pacto social basado en la lealtad partidaria, sino en la capacidad de generar condiciones concretas de progreso material y espiritual. Hoy la gente exige resultados, no banderas.
El Cambio de Época es Ahora
El cambio de época no es futuro; es presente. El peronismo sin liderazgo debe afrontar el desafío de un pueblo que optó por lo incierto, pero potencialmente transformador. Hay que organizarse con una nueva concepción estratégica que venza al tiempo y a la irrelevancia. Esto requiere no solo buenas intenciones, sino hacer las cosas bien ahora: escucha activa, mirada enfocada en la gente y ejecución impecable en la gestión donde aún se gobierna. ¡Eficiencia!
¿Se puede volver desde el peronismo? Sí, pero bajo nuevas condiciones. Solo si somos mejores podremos reconectar. No seremos opción si nos seguimos repitiendo en aquello que la gente rechazó con su voto consciente. La gente hace rato que cambió; su paciencia se agotó y su mirada es crítica. O acompañamos ese cambio con hechos concretos y un lenguaje nuevo, o el tren de la historia, esta vez impulsado por un mandato popular claro, nos dejará definitivamente en el andén y por varios años.
La ciudadanía observa con atención. El futuro del peronismo está por escribirse. Hay esperanza, sin duda, pero debe ganarse. Se puede volver a ser una alternativa creíble. Solo hay que ser mejores en función de la gente, entendiendo que lo que realmente importa ya no son las etiquetas, sino la capacidad de mejorar vidas.
Porque el juicio final estará en la confianza recuperada de esa gente que hoy mira hacia otro lado. La gente no votó en contra de la política, sino contra una forma de hacerla. La participación activa será clave para construir desde las ruinas del sistema binario. Lo nuestro es la gente, no lo olvidemos.
(*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Congresal Provincial PJ ER. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-










