EL PAÍS DEL EFECTO MATEO: CUANDO LA DESIGUALDAD SE MULTIPLICA

Por Juan Martín Garay (*)

Mientras unos pocos logran sostenerse y acumular, la mayoría se hunde en un sistema que parece hecho para repetir las mismas desigualdades. El “efecto Mateo” explica con claridad lo que vivimos: en la Argentina, los que tienen, tienen cada vez más; los que no, cada vez menos. Una dinámica que atraviesa la economía, la educación, la salud y las oportunidades cotidianas.

Un país partido: un tercio adentro y dos tercios afuera



Daniel Arroyo lo resumió con una frase que duele por su simpleza: “El modelo actual de la sociedad es un tercio adentro y dos tercios afuera”. Esa imagen condensa la realidad de un país que se parte no solo en los números, sino también en las expectativas y los futuros posibles.

Mientras un sector logra sostener un nivel de vida relativamente estable —empleo formal, cobertura médica, educación privada— el resto sobrevive como puede, entre changas, deudas y ayudas que no alcanzan. La fractura es estructural y profunda: define quién tiene derechos garantizados y quién apenas subsiste.

El “efecto Mateo” y la rueda que no deja de girar

El sociólogo Robert K. Merton llamó “efecto Mateo” al proceso social por el cual las ventajas tienden a multiplicarse y las desventajas también. En palabras simples: el que parte con un paso adelante, termina corriendo kilómetros por delante; el que arranca desde atrás, cada día queda más lejos.

Ese mecanismo, que Merton observó en la ciencia, hoy describe con precisión a una sociedad donde las brechas económicas, educativas y territoriales se agrandan. Los que acceden a buena educación aseguran su futuro; los que abandonan quedan atrapados en circuitos de pobreza que se heredan.

La estructura que sostiene la brecha

Los estructuralistas señalaban que toda sociedad se apoya en tres planos: el entorno material, la cultura compartida y la organización política. En los tres, nuestro país muestra fisuras agravadas.

Tenemos recursos naturales abundantes, pero distribuidos de manera desigual. Una cultura del trabajo que se resquebraja ante la frustración de jóvenes sin horizonte. Y una estructura de poder que muchas veces, en lugar de reducir la brecha, termina reforzándola.

Cada recorte, cada decisión que prioriza lo inmediato por sobre lo estructural, refuerza el círculo del efecto Mateo: el que tiene, acumula; el que no, se cae del sistema.

Cuando la exclusión se vuelve costumbre

Merton también hablaba de las “patologías normales”: esas injusticias que la sociedad termina tolerando porque hacen que el sistema siga funcionando. Hoy vivimos rodeados de ellas.

El hambre del 50% de los niños, la informalidad laboral masiva, el endeudamiento familiar como estrategia de supervivencia: fenómenos que deberían ser intolerables, pero que se vuelven paisaje. Nos acostumbramos a que haya injusticias a pocos metros de lugares privilegiados.

Esa costumbre es la peor forma de derrota colectiva: cuando la desigualdad deja de doler, empieza a parecer natural.

Romper la inercia

Pero no todo está perdido. Así como la desigualdad se reproduce, también puede revertirse. El Estado, las organizaciones sociales, las cooperativas y la comunidad pueden intervenir con políticas y acciones que reconstruyan el tejido social, no con parches sino con estrategias sostenidas de empleo, educación y producción local.

El efecto Mateo no es un destino, es una advertencia. Si la sociedad logra volver a mirar a los que quedaron afuera, todavía hay posibilidad de torcer el rumbo.

Una esperanza que se construye desde abajo

La esperanza hoy no está en los grandes anuncios, sino en la gente. En el vecino que arma un comedor, en la cooperativa que genera trabajo, en el docente que sostiene la escuela pública con compromiso y afecto.

Está en los gestos cotidianos que desafían la lógica del “sálvese quien pueda” y en la decisión colectiva de no naturalizar el país partido.

Romper el “efecto Mateo” significa volver a creer que la suerte colectiva importa más que la ganancia individual. Porque un país no se mide por la riqueza de sus pocos, sino por la dignidad de sus muchos. Lo nuestro, en definitiva, es la gente. Siempre.

(*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Congresal Provincial PJ ER. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-