LA APOSTASÍA DEL ESTADO

Por Juan Martín Garay (*)

El experimento más radical de la historia económica argentina ya no es una amenaza, sino una realidad en curso que comienza a mostrar sus frutos amargos: la conversión del Estado en un instrumento de especulación financiera global, donde la sociedad paga el costo en empleo, salario y producción de un fundamentalismo económico que encuentra ecos peligrosos en la nueva geopolítica mundial.

De la Ceocracia a la Apostasía: La Demolición del Trabajo



La «ceocracia» del gobierno de Mauricio Macri —esa ingeniería de poder que fusionó tecnócratas con el capital financiero— ha mutado bajo el liderazgo de Javier Milei. No es una simple continuación, sino su transformación en una apostasía del Estado: la renuncia consciente y doctrinal a sus funciones esenciales en nombre de un dogma de mercado que raya en lo teológico. Y esta apostasía tiene una víctima principal: el trabajo registrado.

Aquella frase de Macri sobre el uso de los USD 44.134 millones del FMI para «pagar a los bancos que tenían miedo» era el preludio de un modelo que hoy Milei lleva a su expresión pura: el Estado como garante último de la renta financiera y como demoledor de la producción real. Los datos de Ámbito Financiero son la prueba irrefutable: en lo que va de la era Milei, se perdieron más de 200.000 puestos de trabajo asalariado, alcanzando en julio mínimos históricos. El modelo no «ajusta»: desguaza la estructura productiva que sostiene a las familias.

La Huelga Patronal del Estado y el Superávit del Desempleo

Lo que vivimos trasciende el «ajuste». Es una huelga patronal del Estado, una retirada estratégica de sus obligaciones constitucionales. El superávit fiscal del que se enorgullece el oficialismo no es un triunfo de la eficiencia, sino el superávit del abandono: se logra por abstención deliberada, dejando de invertir, mantener y, ahora lo sabemos, emplear.

Las evidencias son demoledoras: un Estado que se achica en ministerios clave pero que se agiganta en su capacidad de transferir recursos al sector financiero. Cada punto del PBI «ahorrado» en las arcas estatales es un pedazo de futuro que se nos arranca: es la universidad que no se financia, el hospital que se cae a pedazos, y son los 200.000 puestos de trabajo que desaparecen, profundizando la recesión y estrangulando el mercado interno.

La Gran Contradicción: Austeridad Social, Festín Financiero y el Peligroso Abrazo de Trump

He aquí la contradicción fundacional del modelo: un Estado que se retira de la vida de la gente y destruye su empleo, pero que redobla su presencia en el bolsillo de los especuladores. La «bicicleta financiera» —herencia estructural del macrismo— no se desmontó; se potenció. El Estado paga fortunas en intereses a los tenedores de deuda en pesos, creando un paraíso artificial para el carry trade, mientras el empleo formal se desploma.

Es la misma ceocracia, pero desinhibida y sin maquillaje social: austeridad y desempleo para el pueblo, festín para la banca. Y es aquí donde la columna de Fidanza agrega una capa de geopolítica crucial: el peligroso «ayuda» de Donald Trump. El posible regreso de Trump a la Casa Blanca, con su agenda aislacionista y su visión transaccional de las alianzas, podría convertir a la Argentina de Milei en un laboratorio de alto riesgo, aún más aislado y dependiente de un único respaldo volátil.

El Darwinismo Económico como Proyecto Político: Sobrevive el Especulador

El resultado no es el mercado dinámico y competitivo que pregona el dogma libertario, sino un darwinismo económico donde sobrevive no el que produce, sino el que tiene mayor músculo financiero para especular. La caída del empleo asalariado a mínimos históricos es la certificación estadística de este proyecto: la consagración del «carancho» como modelo a seguir, aquel que acumula fortunas a costa del derrumbe ajeno. Este no es un efecto colateral; es el plan ejecutándose.

La Esperanza como Acto de Resistencia Colectiva

Frente a este panorama, sin embargo, emerge una esperanza testaruda. En cada aula donde se sigue enseñando, en cada hospital donde se improvisan soluciones, en cada trabajador que resiste la informalidad, hay un acto de resistencia contra la apostasía.

La verdadera esperanza no está en las planillas Excel del superávit construido sobre el desempleo, sino en esa capacidad colectiva que los argentinos hemos demostrado en los momentos más difíciles: la de organizarnos, solidarizarnos y reconstruir desde las cenizas.

El 26 de octubre no votamos solo entre opciones políticas: votamos en un plebiscito sobre qué tipo de país queremos ser. Votamos entre la fría lógica del darwinismo económico —que ya demostró su costo en 200.000 puestos de trabajo menos—, potenciada por una geopolítica de riesgo, y la cálida certeza de que ningún argentino sobra. Votamos entre un Estado que es un instrumento de exclusión y especulación, y un Estado que puede y debe ser un instrumento de desarrollo, educación, salud y producción de trabajo digno.

La patria no es una empresa en liquidación: es la casa común que, entre todos, podemos y debemos volver a poner en pie. Lo nuestro es la gente, no lo olvidemos.

(*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Congresal Provincial PJ ER. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-