LA CONTRA. Un país insólito

Por Pedro Peretti (*)

Argentina, es el único país en el mundo, desde los Fenicios hasta nuestros días, que transporta sus mercancías por el camino más largo, ya sean importaciones o exportaciones. Lo hace por el Canal Punta Indio, el más largo y caro, en vez de hacerlo por el Magdalena, el más corto y barato.
Somos una rareza sin precedente en la historia del comercio mundial. Y lo notable, es que lo hacemos de motu proprio, es decir, sin mediar catástrofes naturales, ni guerra alguna, de puro zonzos nomás. Desde que existe el comercio, se busca ir por el camino más corto, para ahorrar tiempo y dinero. Es de estricto sentido común, da cierto pudor explicar esta estupidez. Pero en Argentina, Santa Fe y Entre Ríos, en especial, cualquier cosa puede suceder; hay una dominante burguesía intermediaria, con una vocación de colonia, que impresiona.
El Canal Punta Indio, es 122 kilómetros más largo y 50 metros más angosto que el Magdalena, es de una sola mano, por lo que se produce el 60% de los atascos de los barcos. Pensemos que cruzan unos 5.000 grandes buques al año y que por ser un canal de una sola vía, los barcos deben esperar (de acuerdo al tráfico), hasta semanas, para que les den paso… Es difícil estimar un costo diario promedio por un barco en espera, pero se calcula que van desde los 12.000 hasta los 30.000 dólares diarios. Un costo enorme que, obviamente, lo pagan siempre consumidores y productores.
La superioridad logística del Magdalena es total, reconocida por todos; no sólo por las ventajas de la menor distancia, sino también sobre los costos de dragado, el mantenimiento y la operatividad de la doble vía que tiene el Magdalena. Es una economía de tiempo y dinero, varias veces millonarias en dólares.
Cualquier ciudadano común, por más tonto e ignorante que sea, si tiene que transportar algo, siempre trata de ir por el camino más corto. Argentina no. Con el insólito agravante, de que el Punta Indio nos lleva primero a Montevideo, para recién después ingresar al mar argentino. Es como si en nuestra propia casa para ir de la cocina al living primero tenemos que pasar por el patio del vecino. O sea, es más largo y para que sea más largo debemos ir a otro país.

¿Por qué lo hacen?



Fácil. Porque ni la Cámara Argentina de la Industria Aceitera (Ciara), ni la Bolsa Comercio Rosario (BCR), ni la Cámara de Puertos Comerciales Privados (CPPC) pagan el sobre-costo de la carga. El flete más largo o más corto siempre lo pagan los productores; y cuando se importa, cargan el costo al precio final del producto. Si el flete lo pagarán las agroexportadoras, el Canal Magdalena ya estaría dragado. “Nadie mezquina salmuera cuando el tajo es ajeno”.
El segundo motivo es Montevideo, a donde nos conduce el canal Punta Indio; ahí es donde tienen sus empresas “cáscaras” las multinacionales granarias, y pueden realizar con tranquilidad sus fechorías fiscales. Y esto es estratégico para las grandes corporaciones, por varios motivos: 1) Porque el 80% del comercio exterior de granos se hace intra firma, ejemplo: Cargill argentina, le vende a Cargill Uruguay y de ahí a otra filial. 2) Este “viaje” les permite una evasión y elusión fiscal monumental, pueden dibujar con comodidad los “precios de transferencias» y acomodar a piacere sus números fiscales. Todo con balanzas manejadas por ellos, con controles fiscales “mal hechos” o pocos rigurosos. Los tributaristas Alejandro Gaggero y Gustavo Zanotti estimaron entre 1.200 a 2.400 millones de dólares al año “sólo” por las evasiones a partir del manejo de los precios de transferencias.

Uruguay es una guarida fiscal, con todas las letras y algún día, si queremos una macroeconomía ordenada a favor del pueblo, deberemos discutir fraternalmente su rol en el encubrimiento de la evasión argentina. Eso sí, un sector de su dirigencia política está muy acostumbrado a monsergas honestistas. Pero lo cierto es que parte del déficit fiscal argentino se va por la canaleta de Punta Indio, al vecino país. En este debate -también- hay que incluir los cuatro secretos que plantea el economista Horacio Rovelli: fiscal, financiero, bursátil y portuario. Si vamos a discutir déficits y macroeconomía, hagámoslo bien, digamos todo y con los papeles arriba de la mesa, sino, es puro humo, “pa la gilada». 3) Además Uruguay no cobra impuestos a la renta obtenida en otro país. “Tremendo detalle”, si no pregúntenle a Marcos Galperin, Manuel Antelo o Susana Giménez, entre otros muchos. 4) Según el investigador Raymond Baker (EE.UU.), el 62% de los flujos financieros ilícitos nace del comercio fraudulento entre empresas. Esa es la fuga a partir de la cual se constituyen los activos ilegales externos.
Uruguay, el puerto de Montevideo, la legislación fiscal uruguaya, el secreto bancario y bursátil, el Canal Punta Indio, forman el mismo combo, por donde se drenan una parte, no menor, de los recursos fiscales argentinos.