Cuando la urna habla, se callan los discursos

Por Juan Martín Garay (*)

El resultado bonaerense volvió a demostrar algo que muchos dirigentes olvidan: el pueblo no vota con frialdad técnica, sino desde la emoción. El voto no es un error: es un mensaje. Y en Entre Ríos, el próximo 26 de octubre, tendremos la oportunidad de que nuestra voz se escuche fuerte y clara.

El poder de elegir



La democracia no vive de palabras solemnes ni de efemérides; vive de un acto simple y poderoso: elegir. Cada vez que alguien cruza la puerta del cuarto oscuro y deposita su boleta, reafirma la soberanía popular. Ese gesto individual, multiplicado por millones, ordena la vida de un país, una provincia, una ciudad.

Lo ocurrido en Buenos Aires no es solo un dato más en la historia electoral argentina: fue un mensaje vivo. Una confirmación de que la democracia se sostiene en la práctica, y que la práctica consiste en esto: la gente elige, y con esa elección marca rumbos.

El voto es emoción

Intentar traducir el voto en categorías morales –“la gente votó bien” o “la gente votó mal”– es un error. La gente no vota con manuales ni planillas en la mano: vota desde la emoción.

El enojo, la esperanza, la memoria, la ilusión, el cansancio y, sobre todo, la frustración, todo eso entra a la urna cuando canaliza un comportamiento plenamente humano. No es irracionalidad, es humanidad. Y la política que se desconecta de esa humanidad se vuelve un juego vacío. Lo de Buenos Aires lo confirma: no hay cálculo frío que pueda imponerse al pulso emotivo de una sociedad en movimiento.

No juzgar, escuchar

Algunos dirigentes reaccionan con soberbia: “la gente no entiende” o “se deja llevar”. Nada más antidemocrático. El voto no necesita tutores, sino intérpretes.

Cada voto es un mensaje. Cuando millones dicen algo al mismo tiempo, la política debe callar sus excusas y empezar a interpretar qué emoción y qué demanda están detrás de esa decisión. Lo que pasó en Buenos Aires es advertencia y oportunidad: quien no lo entienda quedará a un costado de la historia.

La brújula popular

La democracia argentina atraviesa crisis económicas, tensiones institucionales y desencantos profundos. Pero hay algo que nunca se rompe: la brújula popular. Cada elección, por difícil que sea, renueva la confianza en que los problemas deben resolverse con política, no contra la política.

Esa brújula marca lo mismo de siempre: trabajo digno, educación y salud accesibles, seguridad y oportunidades para progresar. Si la dirigencia se pierde en discusiones menores y olvida esa agenda, la gente lo recuerda con el voto.

Entre Ríos y octubre

El 26 de octubre, los entrerrianos tendremos nuestra cita con las urnas. Lo ocurrido en Buenos Aires debe servirnos de espejo: la gente habló con emoción, con necesidad y con firmeza. Aquí también tendremos la oportunidad de enviar un mensaje claro.

El Congreso no es un espacio distante: allí se definen decisiones que afectan la vida de cada entrerriano. Desde las tarifas hasta la obra pública, desde la educación hasta la salud, nuestro voto no será un trámite: será una herramienta para defendernos en tiempos complejos.

Lo que la gente pide

El resultado bonaerense dejó algo evidente: la gente está cansada de la confrontación vacía. Quiere menos pelea y más soluciones. Quiere política con empatía, gestión con eficacia y dirigentes con coraje para enfrentar problemas reales.

Educación, empleo, inflación, seguridad: esa es la agenda. Nada de fuegos artificiales. En Entre Ríos, los candidatos que comprendan esta urgencia tendrán la oportunidad de representar genuinamente a la gente. Los que insistan en viejos tics de soberbia o indiferencia quedarán fuera de juego.

Emoción y responsabilidad

La democracia es emoción al votar, pero también responsabilidad después de votar. La emoción mueve al pueblo; la responsabilidad debe guiar a los dirigentes.

El mensaje bonaerense fue claro: la gente pide dirigentes a la altura de su confianza, capaces de traducir esperanza en hechos, no en excusas. El 26 de octubre, Entre Ríos tendrá la oportunidad de elegir con esa misma doble mirada: emoción y responsabilidad.

El peronismo entrerriano frente al desafío

El peronismo debe leer lo sucedido con criterio. No alcanza con repetir consignas ni minimizar el mensaje de las urnas. El voto no se equivoca: es advertencia, demanda y oportunidad.

De cara a las legislativas, debemos asumir que el pueblo no pide palabras, sino hechos. Y que necesita una representación que nazca de nuestra tierra, que piense como entrerriana y actúe en defensa de nuestra gente.

Una opción nacida de la provincia

En este escenario, Fuerza Entre Ríos se presenta como la alternativa válida: un espacio construido por entrerrianos y para entrerrianos. No desde recetas importadas ni mandatos ajenos, sino desde la raíz de nuestra realidad.

Fuerza Entre Ríos no es solo una lista: es la posibilidad de convertir en propuesta concreta lo que el pueblo expresó en las urnas bonaerenses. Una opción que entiende que el voto es emoción, pero también un mandato de acción. En tiempos de incertidumbre, lo único que importa de verdad es la gente.

Lo nuestro es la gente

Cuando la urna habla, se callan los discursos. El pueblo ya dijo lo suyo en Buenos Aires. El 26 de octubre, los entrerrianos tendremos la oportunidad de decir lo nuestro. La política debe estar a la altura, y el peronismo entrerriano tiene la responsabilidad de encauzar ese mensaje.

Fuerza Entre Ríos es la opción de futuro, nacida en esta tierra y comprometida con ella. Porque, al final de cuentas, lo nuestro no son las palabras: lo nuestro es la gente.

(*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Congresal Provincial PJ ER. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-