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martes, febrero 4, 2025

OPINIÓN. Salwan Momika

José Antonio Artusi
Arquitecto – Docente

Salwan Sabah Matthew Momika nació el 23 de junio de 1986 en Bajdida, Irak y murió asesinado en Hovsj, Suecia, el 29 de enero de 2025, a los 38 años.
En su cuenta de Twitter Salwan Momika se identificaba así: “Pensador, crítico y quemador del Corán en Suecia. Soy asirio y mi lengua materna es el arameo. No soy un ex musulmán, nací en una familia cristiana católica”.
Quemar libros, cualquiera sea, es algo que no haría nunca, y es imposible que imaginar una quema de libros no nos recuerde las peores épocas de la Inquisición, del nazismo, y de tantos otros movimientos reaccionarios a lo largo de la Historia. Pero también es imposible negarle a alguien el derecho a quemar sus propios libros. Y condenar alguien por hacerlo es coartar la sagrada libertad de expresión. Asesinar a alguien por hacerlo es una atrocidad injustificable. Una atrocidad particularmente perversa, por quitar la vida de una persona inocente, obviamente, pero también por ser un mensaje terrorista destinado a mostrar a otros las consecuencias de la supuesta herejía. Occidente enfrenta un momento crítico, en el que debe reforzar la vigencia de sus mejores tradiciones, las de la Ilustración, la de la libertad, las del laicismo y de la tolerancia, las del respeto a todas las religiones y todas las creencias; pero también las de la garantía del derecho a expresar críticas a todas las religiones y creencias.
El 25 de febrero de 2024 Salwan Momika expresó que “hace tres meses, los musulmanes de Irak quemaron a mi familia en un salón de fiestas de mi ciudad natal, matando a más de 150 de mis parientes. Todo esto se debe a que quemé el Corán y los musulmanes me habían prometido un mensaje de “fuego por fuego”. Y cuando quemaron a mi familia el mismo día, recibí mensajes de los musulmanes que decían: “Os lo prometimos y lo cumplimos”. El gobierno iraquí fue cómplice de este genocidio, por lo que cerró la investigación por considerar que se había producido un cortocircuito eléctrico, mientras que un comité estadounidense que investigaba el asunto encontró a personas masacradas dentro del salón antes de quemarlas”. Su voz ha sido silenciada, ya no podemos aplaudirla o criticarla. Pero podemos escuchar lo que dicen otros acerca de su asesinato.

Fuego por fuego

Masih Alinejad, la valiente periodista y defensora de los derechos humanos iraní, amenazada por la teocracia imperante en su país y obligada a vivir en el exilio en los Estados Unidos expresó en redes sociales lo siguiente: “Una vida humana vale más que cualquier libro sagrado. El asesinato de Salwan Momika en Suecia plantea graves preocupaciones sobre la libertad de expresión, la seguridad y las consecuencias de las tensiones religiosas y políticas. Nadie debería ser víctima de violencia o de la muerte por expresar sus creencias, por muy controvertidas que sean. Este incidente pone de relieve una vez más los peligros de las ideologías extremistas y la falta de protección de las personas en situación de riesgo. Ali Khamenei, el líder supremo de la República Islámica de Irán, también había pedido que se le castigara. El mes pasado, un tribunal sueco aprobó su deportación por provocar tensiones entre los países islámicos y Estocolmo. No se sentía seguro en Suecia”. Y agregó que “Salwan Momika quemó el Corán, argumentando que el Islam es una religión violenta. En una sombría ironía, fue asesinado por quienes querían demostrar que estaba equivocado. Salwan huyó de Irak en busca de seguridad, con la esperanza de encontrar refugio en Europa. Pero incluso allí, su voz fue silenciada por la violencia.
Y esto sucedió hoy, en el siglo XXI, una época en la que se debería proteger la libertad de expresión, pero aún así la gente sigue siendo asesinada por sus creencias”.
Alejo Schapire, periodista argentino radicado en París señaló: “El asesinato del cristiano iraquí Salwan Momika, que se había refugiado en Suecia, es mucho más grave de lo que parece. No sólo por su muerte, sino por cómo el Estado sueco se fue plegando a la presión islámica local e internacional”.

Sometidos al terror

Imtiaz Mahmood lo despidió así: “Hoy lamentamos el asesinato de Salwan Momika, un valiente activista nacido en Irak que se opuso a la tiranía del Islam y se negó a que lo silenciaran. Fue asesinado en Suecia, acribillado en su apartamento mientras transmitía en vivo y ejecutado en nombre del Islam por atreverse a desafiar una doctrina que exige sumisión a través del miedo. Su sangre mancha ahora las manos de quienes buscan borrar la libertad de expresión mediante la violencia. Momika conocía la verdad y se atrevió a decirla. Sabía que el Islam no era sólo una religión sino un sistema político de control, y se negó a doblegarse ante él. Al quemar el Corán en público, envió el mensaje de que ninguna ideología está libre de críticas y ningún sistema de creencias es inmune al escrutinio. Su desafío se convirtió en un faro de resistencia para todos aquellos que se niegan a vivir con miedo. Para quienes odian la libertad, su voz era una amenaza. Para quienes la aprecian, sus acciones eran un grito de guerra. La lucha de Salwan Momika por la verdad fue incesante. Tras huir de Irak, pidió asilo en Suecia, creyendo que había llegado a una tierra donde reinaba la libertad de expresión. En cambio, se encontró con que Europa estaba cada vez más dispuesta a rendirse ante la intimidación islámica, donde los gobiernos se desvivían por apaciguar a quienes exigen censura y sumisión”.
El 16 de enero pasado Salwan Momika escribió en Twitter: “Hoy el juicio ha terminado y he debido enfrentar cargos por criticar el Islam. El fiscal le está pidiendo al tribunal que me extradite a Irak sólo porque critiqué el Islam y quemé el Corán”.
Lo último que alcanzó a escribir, el 18 de enero, fue esto: “A mis queridos amigos, pueden ayudarme donando para cubrir los honorarios del abogado que me ayudará a conseguir asilo en América”.

(*) Arquitecto Especialista en Planificación Urbano Territorial, integra la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU.

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